Todos los viajes tienen sorpresas secretas sobre las que el viajero nada sabe. Fijaos si no en Ulises y en su viaje a Ítaca, o en Cristóbal Colón descubriendo nuevas tierras, o en James Cook en aguas lejanas. Ellos surcaron mares y océanos sin saber muy bien qué encontrarían. Pero todos hicieron de su caminar algo más importante que el destino. Y en el camino encontraron puertos donde llegar, donde reposar, donde serenarse. El mar no sabe nada del pasado, simplemente está allí. Los recuerdos están a cubierto, en los puertos. Cada puerto es diferente, cada uno contiene en sí mismo una lejanía diferente; son unos brazos abiertos que te acogen de la ferocidad del mar abierto.
Joan Bennàssar también ha iniciado un viaje en el que encontrará sorpresas de las que no sabe nada. Pero él, como Ulises, como Colón, como Cook, ha sabido establecer puertos, en este viaje, los Puertos de alga marina que conforman esta exposición de esculturas que se pueden ver en el paseo de Can Picafort.
El primer puerto, en la Plaza Cervantes, es el Deseo, el deseo que nos mueve, que nos hace avanzar y que nos duele, el deseo al que a menudo queremos más que el objeto mismo del deseo. El segundo puerto, frente a la terraza de Ca Ses Monges, es el Ritual, un ritual en el que juegan las mujeres y los hombres, de estos que nos ayudan a vivir. El tercer puerto, en el Clot de s?Alga, es el Tesoro, un tesoro representado por cinco figuras femeninas: piedad, bondad, belleza, esperanza y perdón.
El último puerto es la Herida, esa herida que escuece y que te duele incluso cuando respiras, aquella que sólo cura la sal y el yodo de mar. Aquella que, tarde o temprano, cicatriza.
De entre todos los puertos, sin embargo, Bennàssar nos muestra sus puertos en forma de pinturas, personales, únicos, vitales. Los puertos donde están los norays donde amarra su existencia. La exposición Mis puertos se puede ver en la Iglesia Vieja.
Puertos de alga marina es el eje principal del proyecto Can Picafort, la nueva Ítaca del Mediterráneo que, impulsado por el Ayuntamiento, comienza este año su andadura con el objetivo de convertir el núcleo turístico en un centro cultural que complemente su importante oferta comercial y de restauración. Se suma a este proyecto la exposición Mis puertos y cerrará el círculo el Saladina Art Fest, que tendrá lugar en octubre, cuando un artista local, uno nacional y uno internacional intervendrán sobre fachadas degradadas de Can Picafort para hacer un poco más amable la localidad y su entorno.
Para terminar quiero aprovechar este espacio para invitar a todos los vecinos de Can Picafort y Santa Margalida, a todos los mallorquines y los foráneos que nos visitan, a disfrutar de Can Picafort, de su oferta cultural, de la calidez de su gente. Proyectos como éste nos ayudan a convertirnos en un espacio de referencia cultural en nuestra isla.
Joan Monjo, teniente alcalde de Santa Margalida y delegado en Can Picafort
