«La idea surgió de uno de los personajes de la película, él quería crear un museo de los hippies que llegaron a Eivissa en los años 60 y 70», explicó Vila, quien matizó que «la película cuestiona, precisamente, la posibilidad de crear ese museo, en realidad esta película se convierte en ese museo». El director señaló que «aparecen, al mismo nivel, elementos de ficción y de documental, son historias basadas en la realidad, este juego nos permitía explicar con mayor verdad lo que deja la realidad, ir más lejos y profundo».
El realizador de La mosquitera (2010) aseguró que «la película nos pregunta si es posible vivir en libertad bajo un estricto control político», y valoró que «aún es posible un resurgimiento del movimiento hippy, ahora con las ideas más claras y en relación a temas como la ecología, el medio ambiente, el campo o los movimientos neo rurales». Vila apuntó que «la película, dirigida a todo tipo de público, ofrece una visión de respeto y perspectiva de los hippies, desde el fenómeno de protesta, la guerra de Vietnam, la psicodelia, el sexo libre, la decadencia y el fracaso, vinculado a las drogas duras y la violencia».
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