El pianista sirio Aeham Ahmed, posando con su último disco en el Espai Xocolat de Palma. | M. À. Cañellas

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El pianista Aeham Ahmad (Damasco, 1988) tiene muchas historias que contar. En la primavera de 2015, los islamistas quemaron su instrumento ante sus ojos, le prohibieron tocar. La imagen que ilustra la carátula de su disco Música para la esperanza no es un montaje: Ahmad se hizo famoso en todo el mundo, a través de las redes sociales, por tocar el piano en el campo de refugiados de Yarmouk (Siria), entre ruinas, escombros y bombardeos constantes. Le llaman El pianista de Damasco, y con razón. Ahora, tras haber ofrecido conciertos en Europa, especialmente en Alemania, donde vive desde entonces, ofrecerá este miércoles, a las 20.00 horas, un concierto benéfico a favor de la Asociación Proem-Aid (Professional Emergency Aid) en el Teatre Principal de Palma.

«Es importante que gente que viene de Siria y de los países árabes den su visión de la situación. Deberíamos hablar del prolema y de la solución. Es importante darles voz, que es lo que yo pretendo hacer con la música, pues no solamente se da voz poniéndoles un micrófono, sino a través del alma», señala Aeham Ahmad. «Antes de 2012, antes de la guerra, yo tenía mi propia casa, mi propia familia, una vida normal y un trabajo. Nos creemos que estamos lejos de eso, pero no es así. Nosotros seremos los refugiados en África si la guerra estalla en Europa. Los sirios, por ejemplo, han acogido a mucha gente del Líbano y de Irak, y luego son ellos los que se han convertido en refugiados», advierte.

Música para la esperanza, editado el año pasado, está compuesto por 18 temas propios, en los que la música clásica tiene un «gran valor» para contar el drama de la guerra en Siria, mezclándola con un estilo occidental y versos y melodías de los cantos árabes. Ahora, Ahmad está trabajando en su segundo álbum, además de estar preparando una autobiografía, ambos previstos para los próximos meses.

Aunque el Teatre Principal no lo permite, Ahmad reconoce que «me gusta estar al lado del público, cerca de los espectadores, más que encima de un escenario. Si me dieran a elegir, preferiría tocar en la calle, al aire libre, sin puertas cerradas, con la música al alcance de todos los que pasen por allí y quieran escuchar», reconoce.
Precisamente, fue en la calle donde empezó a tocar, entre 2012 y 2015, cuando el ISIS se lo prohíbe. «Comencé a hacerlo con gente, niños y jóvenes, pero después lo tuve que hacer solo, era peligroso. A una niña de diez años la mataron solamente por cantar», rememora.

En el concierto, El pianista de Damasco avanza que interpretará la totalidad de las piezas de su primer CD, aunque no necesariamente en el mismo orden. Además, también habrá vídeo proyecciones y «hablaré sobre el porqué de cada canción que toque». De hecho, a Ahmad no le gusta hablar de «concierto», sino que prefiere expresarlo como una «reunión» o «encuentro».