Toni Jordi saludó a los primeros asistentes que se acercaron a la galería Gabriel Vanrell. | Pilar Pellicer

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Se cumplieron las previsiones, pero no las peores. Llovió, pero no como se podía esperar a primera hora de la mañana; y eso animó a unos asistentes que, en cualquier caso, esperaron hasta bien pasado el mediodía para recorrer el circuito que proponía la organización del Art Palma Brunch.

Los dieciocho centros participantes, trece galerías y los cinco espacios ‘mayores’ (Es Baluard, Caixafòrum, la Fundació Miró, el Solleric y la Misericòrdia), ofrecieron, de 11.00 a 14.00 horas, la posibilidad de acceder gratuitamente a sus instalaciones y disfrutar de un ágape mientras el visitante contemplaba las muestras de arte contemporáneo. Algunas no se quedaron allí. La Pelaires atrapó al paseante con música en vivo y lo mantuvo gracias a dos colecciones recién inauguradas: la Palmaphony de Frank Nitsche y Panta Rei. Hacia un nuevo paradigma, de Albert Pinya.

Demostración

Otra de las galerías más frecuentadas fue la Gabriel Vanrell. El artista Toni Jordi, realizó una demostración en directo, sobre el propio lienzo, de cómo las figuras de su Geometría del espacio dibujan el movimiento humano, despertando un aplauso cerrado.

También apostó por la música, en este caso de la mano de un DJ, la Gerhardt Braun Gallery, que congregó al público más madrugador y optó por los contrastes. Por un lado, la instalación colorista de Rosali Schweizer; y por otro, las pinturas animalistas de Rogelio Olmedo, tratadas desde la técnica oriental.

Espacios menos ‘ruidosos’, como la Pep Llabrés o la Xavier Fiol, también encontraron su público; en su mayoría, gente que ya sabía de antemano qué iba a ver. Las galerías de la calle Sant Jaume se decantaron por colecciones diferenciadoras: la colectiva Ecléctica, en el primer caso, y la técnicamente heterogénea Dualidad, a cargo de Sabire Susuz, en el segundo. El Art Palma Brunch salvaba, pues, una edición complicada gracias al interés de todos: galeristas y asistentes.