La basura se acumula y los destrozos se suceden en este yacimiento del Port de Pollença. En la imagen, una silla, junto a los restos arqueológicos. | Elena Ballestero

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Bocchoris, cuya población indígena se alió con Roma y es clave para desentrañar los secretos de la romanización en Mallorca, corre el riesgo de sucumbir ante los ‘vándalos’ del siglo XXI. El yacimiento situado en el Pedret de Bóquer, a solo unos metros de la circunvalación del Port de Pollença, es hoy un claro ejemplo de los sueños frustrados de la Arqueología local, vencida por la burocracia, el vandalismo y la presión humana.

La basura campa a sus anchas por la zona, la maleza se ha comido la mayoría de estructuras y el característico depósito excavado en el suelo, en la habitación que según los expertos sirvió para fabricar el mítico tinte púrpura que los romanos utilizaban para teñir las vestimentas de sus nobles, ha perdido buena parte del cemento original, solo intuible en el fondo de un pozo negro de desperdicios y mobiliario de playa.

Tras años de abandono, el Consell de Mallorca anuncia ahora la delimitación del yacimiento con el objeto de garantizar su protección y retomar las excavaciones aparcadas en el año 2009 por falta de financiación. En 2015 el Ajuntament de Pollença ya había anunciado su intención de realizar una campaña, pero el de Bocchoris fue, junto con la restauración del talayot central y el santuario de Ses Païsses, el único proyecto descartado en la convocatoria del Consell de Mallorca por no cumplir con «todos los requisitos».

Insólito

¿Es posible revertir la situación? ¿Qué convierte Bocchoris en un yacimiento único? Los expertos coinciden al señalar que el poblado talayótico del Pedret de Bóquer probablemente habría pasado desapercibido de no ser por el hallazgo en la zona, con más de un siglo de diferencia, de dos piezas únicas realizadas en bronce. Se trata de dos tabulas que hacen referencia a una ciudad federada, la de Bocchorum o Boccher, ciudad que ya citaban las fuentes clásicas, como el mismísimo Plinio.

Las inscripciones corresponden a lo que se conoce como tabula patronatus, un documento que da fe de la aceptación por parte de la comunidad indígena de la figura de un patrón (un personaje romano influyente) que debía velar por los intereses de la población protegida a cambio de la fidelidad del municipio.

Bocchoris es, junto con Ebusus (Eivissa) una de las dos ciudades federadas con Roma en las Illes Balears, la única de hecho en Mallorca. Más antigua que la ciudad romana de Pol·lèntia (en la vecina Alcúdia), data del 1400 a.C. Bocchoris permaneció durante años injustamente olvidada hasta que, coincidiendo con el cambio de milenio, se impulsó en 2001 el primer campo de trabajo arqueológico en la zona.

Desde la primera campaña los hallazgos fueron reveladores. Salieron a la luz diferentes estructuras y la elevada presencia de cornets en la zona llevó a los arqueólogos Josep Merino y Magdalena Estarellas (codirectores de las excavaciones) a apuntar ya desde los inicios a la existencia de una habitación que habría servido para fabricar el mítico tinte púrpura con el que se teñían las vestimentas de los nobles romanos. Hay quien dice que el tinte púrpura que se extraía de los cornets era el oro negro de la época.

La localización

Las intervenciones arqueológicas en el Pedret de Bóquer empezaron en el año 2001 con el beneplácito y colaboración de la familia Capllonch, propietaria del predio en el que se sitúa el yacimiento. Los expertos se decantaron por una zona muy concreta para iniciar sus trabajos, seleccionada por la alta presencia de cerámica, un claro indicio.

Debido a la larga actividad agrícola desarrollada en el terreno se observaban pocos restos estructurales a excepción de algunos restos atribuidos a la época talayótica. Los arqueólogos decidieron intervenir precisamente junto a los restos de la muralla talayótica y consiguieron datar dos niveles principales de ocupación concluyendo así que el yacimiento presenta dos momentos diferenciados. Los niveles superiores revelan un claro dominio romano datado entre el 350 a.C. y el 145/134 a.C. y se documentan además niveles inferiores de claro dominio talayótico.
Los hallazgos fueron de suficiente importancia como para programar sucesivos campos de trabajo entre 2002 y 2009, inicialmente con financiación exclusivamente municipal y ya en el último trienio con el patrocinio del Consell de Mallorca y la Caixa.

Esplendor

Durante este segundo periodo aumentó notablemente la superficie excavada y se constató la perduración del yacimiento hasta el siglo IV d.C., lo que acabó con la hipótesis de aquellos que aventuraban que la ciudad indígena que se alió con Roma fue abandonada y quedó eclipsada por la fundación de la vecina ciudad romana de Pol·lèntia en el año 123 a.C. Se abría así una oportunidad de investigación única para entender el proceso de romanización en la Isla.

Se documentaron, junto a los restos del talayot, varios muros que forman una habitación adosada que aún conservaba restos del pavimento romano y apareció un depósito destinado a contener líquidos (probablemente vino o aceite) y junto a él numerosos restos de cornets (murex) de los que, como hemos dicho, se extraía la púrpura. Concluyeron que la habitación formaría parte de una pequeña factoría de púrpura de la época baja imperial.
Las fuentes clásicas hablan de la fama que alcanzó el tinte púrpura producido en Balears y de que en esta época la producción del tinte en las Islas estaba controlada por un alto cargo político. En el depósito se halló una moneda de principios del siglo IV y una cabeza de aguja.

Decadencia

Las grandes expectativas que despertó el yacimiento sufrieron un primer varapalo en febrero de 2009 cuando unos gamberros asaltaron el lugar. Las paredes del depósito romano que los arqueólogos habían sacado a la luz en otoño habían sufrido daños, perdiendo parte del cemento original de la época. Habían arrojado a su interior varias piedras del talayot al que se adosa la habitación. Hallaron tejas romanas destrozadas y siempre quedó la sospecha (no llegó a documentarse) de que podrían haber desaparecido algunas tejas u otros objeto de cerámica. De hecho ya habían tenido un primer susto durante la campaña anterior cuando se ‘esfumó’ una de las tres jarras de cerámica halladas en el yacimiento que nunca volvió a aparecer. Las otras dos se restauraron para ser expuestas.

Durante la última campaña de excavaciones se trabajó para recomponer la zona dañada, pero la lluvia no dio tregua y los trabajos apenas permitieron dar con el pavimento original de la habitación.

Desde entonces, el yacimiento ha sufrido un constante abandono y nuevas agresiones hasta el punto de que para los no expertos hoy es casi imposible de reconocer, lo que no quiere decir que no sea recuperable si se interviene adecuadamente.

Olvido

Han pasado ya casi diez años desde la última gran visita oficial, el momento álgido del yacimiento. Corría el año 2009 y por primera vez Bocchoris entraba en el programa de visitas dramatizadas del programa Un paseo por la arqueología, heredero de las míticas Primaveras arqueológicas.

Tras ocho años de campañas, los hallazgos tenían suficiente entidad como para darlos a conocer al público científico, pero también familiar. Incluso se atrevieron con la arqueología experimental, con un taller de cerámica infantil. El Museu de Pollença abrió sus puertas en esas fechas a la primera exposición monográfica sobre Bocchoris.
La muestra ofrecía un recorrido por la historia del yacimiento, a través de paneles divulgativos, y exhibía los principales elementos hallados durante las excavaciones, que rememoraba a través de un video que reflejaba las experiencias del equipo. Entre las piezas exhibidas figuraban las réplicas de las tábulas de bronce que dieron la primera pista de la existencia de la población.

Aquella exposición fue la primera que se hacía sobre Bocchoris, pero también fue la última. Diez años después, la ciudad federada ha caído progresivamente en el olvido. Hoy por hoy no es posible para el público general observar ni una sola de las piezas relacionadas con el yacimiento. Ni siquiera el Museu de Pollença, que inauguró el pasado mes de diciembre su primera sala de contenido arqueológico, le hace mención.