El actor Pep Tosar presenta su nueva propuesta teatral en Palma.

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Pep Tosar (Artà, 1961) es actor, director y dramaturgo. Recientemente, Lleonard Muntaner le publicó su primer libro, Qui bones obres farà. Ahora, está comenzando a escribir sus memorias mientras regresa con su obra Federico García al Teatre Romea de Barcelona, donde ya triunfó en 2017.

Inspector, policía... Los papeles que interpreta son un tanto macabros.
—No tengo cara de ángel, aunque eso no quiere decir que no lo sea, así que suelo hacer de policía o de psicópata. Tienen su gracia. También he hecho Macbeth, uno de los papeles más intensos y complicados del repertorio dramático universal de todos los tiempos.

En La sombra de la ley encarna al poli bueno, al menos.
—Sí, un papel que nunca antes había hecho. Es un comisario honrado que tiene una idea de cómo debe ser la policía que ojalá tuvieran los de verdad.

En esta película comparte elenco con Luis Tosar. Los ‘hermanos Tosar'.
—No somos hermanos, pero seguro que primos lejanos. Lo hemos investigado y hace cien años éramos familia, seguro. Tenemos muy buena relación. Ya coincidimos en Mientras duermes (Jaume Balagueró, 2011).

Federico García' regresa a casa, a Barcelona, donde se estrenó en el Grec en 2015.
—Ahora, del 22 de enero al 3 de marzo podrá verse en el Romea, donde ya hicimos una temporada en 2017. Es uno de esos espectáculos que hago sobre biografías de poetas, como Esquena de ganivet, sobre Damià Huguet o Tots aquests dois, sobre Guillem d'Efak. No es exactamente el mismo formato, pero sí el punto de partida, con música, danza, vídeo documental y texto.

El montaje ha tenido buenas críticas.
—Sí, nos fuimos del Romea porque había más espectáculos programados, porque lo podríamos haber hecho más tiempo, hasta que la gente dejara de venir.

¿Se siente cómodo trabajando en solitario?
—Sí, pero no soy un lobo solitario. De hecho, hace tiempo que no regreso al monólogo, a esa experiencia única. Creo que le pasa a todo monologuista que, cuando pruebas la experiencia de la actuación en solitario es un tanto adictivo.

¿Sobre qué autores querría hacer más obras?
—Borges, Andreu Vidal, Miquel Bauçà, Gabriel Ferrater, Miguel Hernández... Tengo uno preparado sobre Pessoa, pero me resulta muy difícil encontrar financiación. Sería con la misma base narrativa pero, en lugar de bailarines, con acróbatas para los tres principales heterónimos del autor: Bernardo Soares, Ricardo Reis y Alberto Caeiro.

¿Dónde querría representarla?
—Hace un año y medio tenía unas coordenadas de financiación con el Teatre Nacional de Catalunya, donde en 2016 había representado Qui bones obres farà. En esta ocasión, se trataba de una coproducción con el Temporada Alta de Girona y el Teatre Principal de Palma. La última fecha que me dieron de estreno fue en febrero de 2019, pero me llamó el director del Nacional y me dijo que tampoco podría hacerse.

¿Qué razones le dan?
—Económicas, pero no me las creo. Mi hipótesis es que los directores de los teatros públicos construyen sus programaciones a partir de criterios políticos, más que artísticos. En el caso del Principal, lo intentamos hacer solos, pues en este espectáculo quiero contar con equipo mallorquín, pero hace nueve meses que espero su respuesta.

Este año está previsto el estreno de ‘Mientras dure la guerra', de Amenábar, donde también participa.
—Sí, interpreto al obispo catalán Pla, franquista y ultracatólico. ¡Otra perla!

Hace poco publicó el libro 'Qui bones obres farà'. ¿Publicará más libros?
—En febrero lo presento en la librería Jaimes, de Barcelona. Ahora estoy concentrado en corregir algunas obras que he hecho y escribiendo una adaptación cinematográfica de mi obra Molts records per a Ivanov y he iniciado mis memorias.