En el capítulo dedicado a la Guerra de 1914, Stein dedica varias páginas a describir sus vivencias en Mallorca con su compañera Alice B. Toklas. «La vida en Palma era agradable y, por eso, en vez de viajar a otros sitios, ese verano decidimos quedarnos ahí…, gracias a un cartero, encontramos una casa en la calle Dos de Mayo, en El Terreno, a las afueras de Palma, y nos instalamos. Estábamos muy a gusto. En vez de pasar un verano en Palma, nos quedamos hasta la siguiente primavera», así relata Stein su decisión. La pareja ya conocía Mallorca, donde habían estado dos veranos antes. «Nos había gustado y nos volvió a gustar. Ahora parece que cautiva a los norteamericanos, pero en esa época, [el pintor] William Cook y nosotras éramos los únicos norteamericanos que había en la isla».
Primera persona
La escritora escribe en primera persona, pero lo hace como si fuera Toklas. Con ese juego estilístico cuenta: «En Palma, escribió la mayor parte de artículos publicados en Geography & Plays. Ella siempre dice que hay un determinado paisaje que induce a escribir ciertas piezas, y el campo de El Terreno era ciertamente así».
La autora narra que «en relación a la guerra [la Primera Guerra Mundial], los sentimientos de la Isla eran más bien confusos. La cosa que más les impresionaba [a los mallorquines] era el dinero que esta costaba… la mayoría de hombres leían, escribían con dificultad, y las mujeres nada en absoluto, nos podemos imaginar lo fascinante e interminable que era el tema del coste de la guerra».
Stein asegura que «la vida en Mallorca fue agradable hasta que empezó la batalla de Verdún. Entonces todos nos empezamos a hundir». En ese sentido, se rememora la historia del barco alemán Fangturm, atrapado en el puerto de Palma al estallar la guerra y que se empezó a repintar durante el episodio de Verdún, entre los meses de febrero y diciembre de 1916, un capítulo decisivo de la Gran Guerra. «Cuando todo terminó, ninguno de nosotros quiso quedarse en Mallorca, todos queríamos regresar a casa», asume la que fue coleccionista, mecenas y amiga de artistas universales como Pablo Picasso, Henri Matisse o Georges Braque, y confidente de escritores como Ernest Hemingway o Guillaume Apollinaire.
Retratada en 1905 por el genio malagueño, Gertrude Stein fue el personaje norteamericano de París más influyente y conocido, en cuestiones literarias y pictóricas, y contribuyó como nadie al mito de la capital francesa, desde su domicilio de la Rue de Fleurus, al lado de los jardines de Luxemburgo, en pleno barrio latino. El libro también recuerda el viaje por España, previo a la estancia mallorquina, que transcurrió por ciudades como Ávila, Granada, Madrid o Cuenca.
3 comentarios
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El facha multinick aprovechando cualquier tema...
Si Gertrude Stein viera que un siglo después Mallorca está tomada por el catalanismo...
Qué inmensa empanada tenía esta dama en la azotea.