El cineasta Ernest Riera posa para esta entrevista en Palma. | M. À. Cañellas

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Desde que Steven Spielberg y su Tiburón provocarán el terror en las salas de cine con su mítico estreno en el año 1975, las cintas protagonizadas por estos depredadores marinos no se han dejado de suceder; la mayoría, con peor fortuna que el clásico del director de Salvar al soldado Ryan. Hace dos años, en 2017, una cinta de este género, A 47 metros, protagonizada por Mandy Moore, dio la sorpresa y se convirtió en unos de los taquillazos de aquel verano, amasando 60 millones de euros. Su guionista, Ernest Riera, es mallorquín, y el próximo 16 de este mes volverá a la cartelera internacional con su secuela, que vuelve a escribir junto al director del filme, Johannes Roberts. A 47 metros 2, título de esta segunda entrega, está protagonizada por Sistine Stallone y Corinne Foxx, hijas de Sylvester Stallone y Jamie Foxx, quienes tendrán que enfrentarse a un nuevo escualo en aguas de México. Riera avanza las claves de esta película.

Quedan pocos días para el estreno de ‘A 47 metros 2'. ¿Qué sensaciones tiene?
— La verdad es que estoy muy ansioso, porque siempre que sale un trabajo al que has dedicado tanto esfuerzo es como dar a luz.

¿Qué podemos esperar de esta secuela?
— La premisa es similar, en el sentido de que vuelve a transcurrir la acción bajo el agua, pero la situación, la trama, es completamente diferente. Lo que buscamos es hacérselo pasar mal al espectador, volver a crear esa tensión, el miedo, la angustia. Casualmente, el argumento surgió al mismo tiempo que conocí una historia real, justo cuando se estrenó la primera parte, sobre unos buceadores que se quedaron atrapados en unas cuevas de Mallorca. Aunque el guión es ficción, tiene algo de verídico.

La acción transcurre en México. ¿Dónde se rodó la película?
— Al igual que en la primera parte, hemos rodado en la República Dominicana. También en Londres. Esta vez, como teníamos más presupuesto, hemos grabado también en los estudios Pinewood y en otro más.

¿Cuál es el papel del guionista durante el rodaje?
— Normalmente te invitan, pero no estás allí cada día. Vas a un par de jornadas de rodaje y la sensación es un poco rara, porque nadie sabe quién eres. Estás ahí, en una sillita, escondido, y las vibraciones son brutales, porque estás viendo en acción a unos personajes que yo he imaginado, leyendo las frases que tú has escrito.

La mayor parte del rodaje fue bajo el agua. ¿Cómo se enfrenta el reparto a este tipo de filmaciones?
— Lo hemos llevado muy bien, aunque sea bastante cansado rodar bajo el agua, es muy duro. En realidad, por razones de seguridad, solo se puede grabar en esas condiciones algunas horas al día, y cada uno de los actores y actrices tiene su propio equipo que las vigila y controla que todo esté correcto. El hotel donde se instalaron está al lado de los estudios, por lo que se creó un ambiente muy bueno, como si fuera un viaje de estudios o algo así, porque además del reparto, está todo el equipo, cámaras, etc. Eso sí, cuando ruedas bajo el agua, la sensación de agobio es total y eso se nota en la película, por lo que al final resulta positivo, más creíble, porque es verídico.

La primera entrega recaudó alrededor de 60 millones de euros. ¿Qué expectativas tiene el estudio y usted mismo?
— Cuando tienes un éxito, siempre quieres repetirlo, pero la presión es más grande, te planteas unas expectativas y no siempre se puede llegar a ello. Es difícil, la idea es que llegue a un público muy amplio, realmente es una película muy de verano, comercial, que tienes que ir al cine a verla para pasarlo bien con tus amigos. Lo que ocurra después siempre es una sorpresa sobre todo hoy en día, que la oferta es muy grande porque también están las plataformas. La experiencia hasta ahora ha sido brillante, rodar esta película ha sido un milagro, ese es mi mayor premio.

Lo más complicado de las secuelas es no repetir lo mismo una y otra vez. ¿Cómo lo ha logrado?
— Muchas veces te marcas unas normas y pautas, pero al mismo tiempo tienes que reinventar, de alguna manera, las cosas que ya están hechas. Todo lo que sucede en la película es bastante orgánico, aunque la premisa fuera similar, todo surge de forma bastante natural, no tenía miedo de repetir lo mismo que en la primera película porque la historia es completamente diferente. Lo que sí buscamos, sobre todo, es crear tensión, que la gente pase un mal trago, sensación de claustrofobia. Eso sigue, el resto es todo diferente. Los únicos que repiten son los tiburones, claro.

¿En qué otros proyectos está trabajando?
— Ahora mismo, una serie de televisión de la que no puedo hablar por contrato. También tengo otro proyecto con Johannes Roberts, que ya está en marcha, aunque él ahora se va a poner con una nueva película de la saga Resident Evil.