Los libros volvieron a venderse físicamente desde el lunes pasado en un ambiente de extraña «normalidad», según Maria Barceló, presidenta del Gremi de Llibreters, quien cree «que nos afectarán poco las medidas porque no somos espacios con aglomeraciones». Los lectores pasean de nuevo frente estanterías manteniendo distancias de seguridad que se cumplen «porque la gente es muy respetuosa» aunque presentaciones y actos como los cuentacuentos ni se plantean en la fase 1.
Una situación similar avanza Frederic Pinya, presidente de la asociación de Art Palma y director de la galería Pelaires. «La única vez que he visto cola en una galería ha sido en la Nit de l'Art», lamenta. Algo impensable hoy en día, como las inauguraciones de antaño. No obstante, avanza que «esto es una oportunidad para reflexionar». Y matiza que «esto es una crisis económica, no creativa. El arte ha superado pestes, pandemias y guerras y superará esto».
Crisis
La relativa tranquilidad de estos espacios contrasta con las apagadas luces de los espectáculos. A pesar de poder realizar actos culturales en la fase 1, el promotor Toni Rubio es contundente: «No conozco empresa privada que salga adelante con el 30 por ciento de su producción». Con 30 años de experiencia, esta «es la peor crisis que he vivido porque no es solo económica, sino que es la del miedo» y reclama «soluciones» ante una realidad que es que «si la economía falla no hay producción y sin ella no hay giras y el producto local empieza y termina con Agustín El Casta». Mientras todo se aclara siguen trabajando como con el traslado del concierto de Sopa de Cabra a septiembre.
Desde Trui, Miki Jaume está «ilusionado ante el primer paso». Para él, deben «reinventarse y trabajar a nivel local» aunque vaticina un estío de butacas vacías y ya planean 2021 porque «los modelos de estas fases harán que los teatros privados estén cerrados. Es mejor arriesgar el corto plazo para tener un medio y largo», asegura.
Con persianas bajadas es como se prevé que esté el Auditòrium de Palma hasta nuevo aviso. Para Marcos Ferragut, su director, «abrir con un tercio es inviable y de nada sirve si además no podemos traer a los artistas a la Isla», explica.
El Teatre Principal de Palma abrirá en agosto, lo que para su director, Josep R. Cerdà, es un «alivio» al pensar que se alargaría más. Será una vuelta ambiciosa de «apoyo al tejido local involucrándonos en 23 proyectos. Nunca habíamos hecho algo tan grande». A las medidas de higiene y seguridad, como «jabón en todas las plantas», se suma inversión para hacer streaming» y «vender entradas virtuales para compensar». Virtual o presencialmente esperan que el público llene de nuevo sus espacios
En cuanto a cines, Aficine piensa en finales de junio o principios de julio para abrir y ser «un icono de la vuelta a la normalidad». Dan por hecho un periodo de «transición» con el «fomento de entradas online, gel en las instalaciones y mamparas o butacas separadas» así como «la eliminación del corte físico de las entradas» para acceder a salas.
Apoyo
Mientras, Javier Pachón, presidente del CineCiutat, cree que «la gente lleva encerrada tanto tiempo que no tendrá ganas de meterse en un cine» y plantean «proyectos para antes» al aire libre, como con el CinemaRodat. A pesar de todo celebra que «productores, distribuidores, exhibidores y plataformas estamos trabajando todos juntos».
Es Baluard, que abre el 2 de junio, lo hará con «todas las medidas sanitarias» para plantear «una normalidad absoluta» y lanzar un «mensaje de seguridad», indica Antoni Noguera, regidor de Cultura de Cort.
Y desde el Museu de Mallorca, dirigido por Maria Gràcia Salvà, reabre sus puertas este martes 19 de mayo a través de una «entrada libre» con el objetivo «de no manipular efectivo y fomentar la llegada de visitantes» quienes «deberán llevar la mascarilla obligatoria» para acceder al centro.
Las nuevas realidades a las que los usuarios deben acostumbrase ya han llegado para quedarse, al menos durante una temporada, como distancias de seguridad, nuevas formas de pago y acceso a eventos o gel desinfectante en cada esquina. La nota positiva es que poco a poco los pasos volverán a resonar en galerías, librerías y museos mientras los aplausos retumbarán en cines, teatros y espectáculos de nuevo, con más eco que antes, sí, pero con la misma fuerza.
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