La actriz Marta Milans, protagonista de ‘White Lines’. | NETFLIX

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White Lines, la esperada nueva serie de Netflix rodada en Mallorca, está arrasando en el gigante del streaming desde su estreno el pasado día 15 –es número uno en la plataforma en más de 25 países, entre ellos Estados Unidos–. Una de sus protagonistas es la actriz española Marta Milans, quien da vida a Kika.

Ella es la hija pequeña de los Calafat, la familia que controla los negocios de Ibiza, tanto los legales como aquellos que no lo son tantos. Tiene cerca de 40 años, pero sigue viviendo como una veinteañera. Un «torbellino de mujer» que «no dejará a nadie indiferente».

¿Qué tiene White Lines que la hace especial?
—Lo especial que tiene es lo que hace Álex Pina [creador de esta serie y de La casa de papel], que siempre nos deja a todos con la boca abierta y pensando: ‘¿Qué acaba de pasar?'. En general, diría que la trama de la serie, más allá del asesinato por resolver que hila toda la temporada y la relación de la protagonista, interpretada por la magnífica Laura Haddock, con el resto de personajes, es su concepto total lo que lo marca todo: el hedonismo absoluto, la perdida de la conciencia con el tema de las fiestas en Eivissa, las discotecas, las relaciones, el sexo, el alcohol... El sexo es muy extremo. Cuando descubres las tramas que están detrás y todo lo que te quiere transmitir a través de los personajes te das cuenta de que es una historia que te advierte de cómo puedes perder la cabeza si no las haces las cosas bien.

Usted interpreta a Kika Calafat, la hija pequeña de la familia más poderosa y que puede tener relación con el crimen que centra la trama.
—Kika es muy especial, en muchos momentos sí que me siento identificada con ella. Sobre todo en el tema de cómo afrontar la vida con libertad y franqueza, de una manera abierta y sin freno. Siempre he querido hacer muchas cosas, no me da miedo tirarme a la piscina, irme a estudiar fuera cuando era muy pequeña y escoger una carrera tan complicada como la de actriz. Hay mucho de Kika en mí.

¿Hay algo más detrás de esa personalidad arrolladora?
—Kika es una persona bastante superficial porque no presta atención a las consecuencias de sus actos. Eso refleja una inmadurez muy profunda. Ella tiene mucho de escapista y eso le da un bofetón en la cara a medida que transcurren los episodios. Dice que todo le da igual, pero hay algo que le hará ver las cosas de otra manera.

¿Cómo afrontó un personaje tan complejo en una serie tan esperada como ésta?
—Lo afronte como un nuevo reto en mi carrera. Siempre intentas profundizar al máximo cuando creas un personaje, pero Álex [Pina] me ha brindado tal regalo con Kika que la siento muy cerca de mi corazón. Ella es una española viviendo en Estados Unidos, como yo, nacida en Eivissa pero de Madrid. En realidad Kika soy yo, no estoy actuando [risas].

Aunque la serie se ambienta en Eivissa, la serie se rodó en Mallorca. ¿Cómo fueron esos días de rodaje en la Isla?
—Vinimos en varios periodos. El primero fue en mayo [de 2019]; poco después retomamos el rodaje en junio, y más tarde, a finales de verano, y ya hemos terminado. Mallorca es un paraíso, he disfrutado muchísimo del rodaje. Además me encanta la gamba roja, y aquí es más barata que en Eivissa. Me estoy poniendo fina de gamba roja [risas].

Ha trabajado en varios filmes de Hollywood, como la exitosa Shazam. ¿Cómo compagina todos sus proyectos?
—Pues trabajando muchísimo, sin descanso. Con 19 años me mudé a Nueva York a estudiar, allí hice la carrera. La gente me decía que estaba loca. Fue un camino duro, pero me lo he currado muchísimo. Empecé a dar mis primeros pasos en el teatro y poco a poco me fueron salido cositas gracias a mi manager, que Dios la bendiga, no sería nada sin ella y sin mi familia. Estoy donde estoy por mis padres y por cómo me han apoyado siempre.

¿Qué supone trabajar en una serie que se verá en más de 190 países?
—Algo de presión, pero también de alegría por poder trabajar en lo que a uno le gusta. Le doy las gracias a Dios cada día y pido más trabajo para todos. Es curioso, porque Netflix cuelga las temporadas enteradas, que grabado durante meses, y luego la gente la ‘traga' en un día. Es una sensación extraña, pero estamos todos muy contentos.