¿De qué trata Dolça introducció al caos?
— Es una discusión conmigo misma, en forma de novela, sobre las contradicciones que me provoca la maternidad. Más viendo cómo la proyección personal y la maternidad a menudo chocan. De ahí salió la idea del libro de desgranar la posibilidad de no ser madre y de cómo las decisiones que tomamos, pero también las que no tomamos, nos definen y van dando forma a nuestra identidad.
¿A qué contradicciones se refiere?
— Creo que la idea de maternidad que nos han vendido siempre no contempla una serie de sensaciones que no se asemejan tanto a la idea angelical de la buena madre que es una persona inseparable de sus hijos. Esto, en mi opinión, provoca una culpabilidad cuando eres madre y no surge el efecto tan maravilloso que nos venden. Si tuviéramos otra imagen de la maternidad, las mujeres entraríamos a ella de otra manera.
¿Cómo se enfrentan los dos protagonistas al embarazo inesperado de Marta?
— De formas muy diferentes pero totalmente legítimas. Para ella, el embarazo es una molestia y una limitación, para él una puerta abierta a algo mejor, una epifanía porque proyecta en su hijo lo que él a echado a faltar y trata de suplir. Esto le pasa a mucha gente, el pensar que la vida tiene que ser algo más y proyectan ese algo más en un hijo.
¿Es esa actitud un error?
— No, para nada. Intento no ser moralista. Lo que sí creo es que ante un embarazo no deseado la única que puede decidir es la mujer.
En la novela, no obstante, trata esa decisión de ella desde el hecho de que afecta a ambos.
— Eso me interesó desde el principio. La decisión es de ella, y para mí aquí no hay ni debate en un país donde el aborto es legal. Pero el dolor que siente él dónde queda. Su identidad también se conforma por lo que no ha podido ser porque las decisiones que tomamos son también una renuncia. Por eso quería poner el foco en el hombre y ponerle en esta situación, algo que muchas personas agradecen.
¿Es el caos algo que nos acecha o algo presente todo el tiempo que fingimos no ver?
— La sensación es de ruido constante, que es el caos. Es por esta sociedad que va a una velocidad vertiginosa. El mundo es caótico, pero en la novela lo planteo de manera que todos los inicios de una pareja son tranquilos y amables, pero siempre pasa algo, una brecha que desata el caos en ella.
¿Por qué la cotidianidad es el escenario idóneo para reflejar esas brechas?
— Es un tipo de narrativa que siempre me ha gustado mucho, tanto como escritora como lectora. Este lenguaje intimista y cotidiano. Cuando te mueves en el terreno de las emociones tienes que tirar mucho de este lenguaje, porque es importante aterrizar sobre las cosas pequeñas, no saltártelas. Desgranar y desmenuzar las texturas de un conflicto tan común como este es lo que te hace crear empatía con el lector. Al fin y al cabo, hablamos de unos sentimientos que llevamos muy adentro y que nos cuesta mucho expresar con palabras. La cotidianidad ayuda muchísimo.
13 comentarios
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La buena literatura es creativa, no demostrativa.
No sabía que "Omnium Cultural" se ocupara de literatura, sino de agitación separatista, a juzgar por las noticias.
Antes las mujeres no podían abortar ni siquiera en casos de malformación del feto, peligro para la salud de la madre o violación. En aquella época hasta incluso había pocas mujeres que hubiesen abortado en estas condiciones si hubiera sido legal. Las mujeres que abortan deciden sobre el cuerpo de otro, aunque para mi en según que casos está justificado. No sé si eres consciente de que si tus antepasados hubieran pensado como tú y las leyes lo hubieran permitido, al menor inconveniente de tipo económico, etc., una bisabuela, abuela tuya o tu madre posiblemente habría abortado y tu no habrías llegado al mundo. Lo mismo que digo de ti lo digo por mí.
Yo tengo hijos despues de pagar, por que no podia tenerlos natural, ver la defensa del aborto me destroza por dentro, antes por que no buscar una familia de acogida, no puedo entenderlo lo siento.
Como decía Juana Inés de la Cruz sobre las culpa: "digan los hombres es de ella, digan las mujeres es de él".
El bebe no sufre ningun dolor... asi que eso del dolor del bebe que por cierto no esta ni formado, se le pone una inyeccion y nadie se entera de nada no dramaticemos.
Totalmente de acuerdo contigo, suscribo todo tu comentario.
O sea, a la hora de abortar, el "padre" no tiene ningún derecho a decidir. Sin embargo, si la madre decide tener la criatura el padre tiene todas las obligaciones. A eso sí que se le llama igualdad.
Son los HOMBRES los que legislan y deciden lo que las MUJERES pueden hacer con sus cuerpos. O al menos ha sido así desde que apareció la especie Homo sapiens. Así que lástima CERO por el progenitor masculino.
Claro y el dolor del niño o niña, que es al final el que muere, no le importa a nadie