Las puertas de la casa deEsteban Mercer y Domink Stauffenberg se abren estos días festivos y dan la bienvenida a los visitantes de la exposición hogareña Au Louvre, del artista Girbent, rodeado todo de un halo navideño y alegre. O dicho de otra manera: casero. En apenas 10 días han pasado por la residencia más de 80 personas en lo que es «el mejor regalo navideño que podía tener».
Así de entusiasta y feliz se muestra el anfitrión de recibir a los grupos, que nunca superan las seis personas, a las que permite visitar «la casa y las obras», que son el principal atractivo, pero no el único. Al fin y al cabo, hay algo de sana curiosidad detrás de todo.
Algo que está llamando la atención de Mercer en las visitas a su casa, reconvertida en momentáneo museo à la parisienne, es que «cada persona se interesa por algo distinto», y desde una óptica personal, reconoce que «es muy especial ver la obra en tu casa y explicarla. Lo estoy disfrutando».
Confiesa, además, que algunas de las visitas, que también se quedan a almorzar o tomar algo, han mostrado su encanto con la idea y señalan que «casi no hay planes, pero esto es un planazo». Esa alegría se traduce en ventas, ya que alguna de las piezas ya ha sido adquirida, para contento de todos.
En un momento en el que no se puede viajar demasiado, la residencia Stauffenberg-Mercer permite un salvoconducto artístico a un lugar a orillas del Sena, con la música francesa acariciando el tímpano y las instantáneas de Girbent besando la vista. Y todo en buena compañía, comida y bebida. Como en casa, en ningún sitio.