El escritor y presidente de ElDiario.es, José Sanclemente. | Pau Sanclemente

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Año 2015. Una periodista de raza llega a un Madrid inmerso en la ruptura del bipartidismo y con las cloacas del Estado trabajando a todo ritmo. Todo ello salpicado por dos asesinatos que tienen que ver con la corrupción. Muchísimo que perder por parte del poder que entra en un todo vale para mantener posiciones. En medio de toda esta vorágine, una periodista de raza, Leire Castelló, dispuesta a todo por destapar la verdad. Lo expuesto, que bien podría ser un resumen de esta España nuestra, es la trama pormenorizada de Regeneración (Roca Editorial), la nueva novela del presidente del medio digital elDiario.es, José Sanclemente, quien no oculta «inspirarme en la realidad», una realidad que no deja de dar leña a su fuego creativo con los escándalos de la monarquía o la confesión de Luis Bárcenas.

El libro parece una radiografía del 2015 más que una novela, ¿cuánto hay de real en sus páginas?
— Siempre digo que está inspirada, más que basada, en hechos reales. Las siglas de los partidos son perfectamente identificables o el comisario Valero. Es evidente que hay inspiración en la realidad. Incluso ahora sigue con el tema del caso Bárcenas o la operación Kitchen, y demás cosas sobre la corrupción del Partido Popular o la Monarquía que me daban ganas de volver a abrir el libro para sumar estas cosas.

¿A qué hace referencia el título?
— Me interesó mucho la contestación que hubo en el 15-M sobre recuperar las instituciones y las plazas y el grito del ‘no nos representan', que iba hacia políticos, prensa e instituciones. Pensaban que los periodistas formaban parte de ese poder que les estaba quitando derechos. Frente a eso los políticos vieron necesaria una regeneración, pero lo que hemos visto es que no se ha producido con la monarquía, los partidos políticos o la justicia, que es incapaz de renovar su CGPJ. Al contrario, hemos visto una mayor falta de libertad en general con más casos contra la libertad de expresión y raperos que se exilian. Digamos que no se produjo ese fenómeno que se tenía que dar, sino que se dio la sensación de cambio para que todo siguiera igual.

El libro habla de las cloacas del Estado, pero también de las del periodismo.
— Son unos subterráneos transversales de todos los gobiernos y forman parte del sistema. El periodismo llega a formar parte de él y esas cloacas entran en ellos. Hacen de altavoz de la deformación de la realidad produciendo miedo o desinformación con falsas noticias. Lo hemos visto aquí y fuera, como con Donald Trump y lo que hizo el New York Times con sus más de 38.000 mentiras. Es una constante que me lleva a lo largo de toda la novela a decir que el periodismo bien hecho, que dé credibilidad a los lectores, es más necesario que nunca.

¿Qué opciones le quedan al periodismo si quiere ser independiente en un mundo como el nuestro?
— Muchas. Al periodismo le queda la posibilidad de volver a sus orígenes y contar lo que es relevante para los ciudadanos que, además, otros tienen interés en ocultar. Tiene que recuperar ese papel, sin ser tan anticipativo ni vertiginoso como para que la noticia no sea contrastada. Frente a la avalancha de información, el periodismo cobra más importancia que nunca.

¿Dónde queda esa independencia de la prensa cuando se ven noticias como que el Partido Popular adquirió acciones de Libertad Digital? ¿La realidad supera a su ficción?
— La entrada directa en un medio de un partido o una entidad financiera se ha dado y se está dando y eso, por encima de la honestidad que tienen los periodistas que trabajen en ese medio, te hace preguntarte si se va a informar bien de esa gente que es también accionista. Creo que hay que alejarse de esas sospechas.

¿Eso es algo que no ocurre en ElDiario.es?
— La ventaja de elDiario.es es que todos los accionistas trabajamos en él. No hay deudas con entidades financieras y esto nos da tranquilidad, aunque también temor a corto plazo porque sólo dependemos de los lectores. Eso sí, prefiero ese apoyo al de un gran anunciante, y ya no te digo de un partido político o un fondo de inversión. En cambio, si tienes 60.000 socios que te apoyan mes a mes, es diferente.

¿Es Leire Castelló, su protagonista, ejemplo de ese periodismo veraz?
— En cierto modo sí. Tiene pasión y es una periodista de raza dispuesta a contar la verdad incluso poniendo en peligro su vida. Las cloacas no solo tienen facilidad para cambiar y distorsionar cosas, sino para atacar al periodismo y a la realidad. Además, siempre he visto en los periodistas jóvenes esa actitud aunque ahora hay muchos medios que por la crisis recortan sus redacciones y los recursos de los periodistas que tienen poco tiempo para hacer su trabajo.

¿Está la prensa en papel condenada a muerte?
— El papel lo tiene mal porque los costes estructurales son altísimos frente al digital. Además de las caídas en difusión son altas en los últimos 10 años y con el Estado de Alarma se unió que al estar confinada, la gente fue más a lo digital. Creo que no se volverá a recuperar. Si se orienta a otros contenidos y con otra periodicidad el papel puede sobrevivir, pero no tengo claro que vaya a desaparecer porque cuesta mucho que un medio impreso desaparezca. Acabará sobreviviendo.