La terra i altres llocs tiene mucho de Lítica, pues en este poemario evoca también la naturaleza, el bosque, y la mitología griega.
— Sí, es que ambos libros comparten etapa. En realidad, V fue anterior, pero la escritura de este poemario viene de los últimos tres años, porque he ido escribiéndolo a ratos. Además, también comparten etapa con la cantata Irene i la terra adormida, en la que aparecían muchos elementos de la naturaleza. Así que creo que con La terra i altres llocs cierro esta etapa.
Parece que tiene claro ese final.
— Sí, viví la escritura de estas obras de forma muy intensa y ahora con La terra también. Es seguro que todas comparten obsesiones como es la naturaleza. Y, como el mismo título indica, es como una interrogación o una reflexión sobre los espacios y los lugares.
Divide el volumen en tres partes: A terra, Enlaire y Un altre món. En la segunda hay mucha mitología.
— El interés por la mitología viene de muy atrás. Estudié griego en bachillerato y es un amor que siento desde siempre. En cuanto al libro, funciona como contraposición a la tierra. El aire es el elemento por el que se transmiten los mitos, por la oralidad. De esta manera, para mí el cielo está lleno de mitos y leyendas que fluyen. La tierra es otra cosa. El polvo de la tierra no comparte esta característica. Por eso el libro está dividido en estas partes.
¿Y Un altre món?
— Después de la tierra y el aire, esta parte sería como un jardín híbrido donde es posible el encuentro entre la realidad y los mitos, donde, de la misma manera que florece una flor, también pueden florecer los pensamientos. Es un lugar-refugio, un lugar-cueva. Es como un espacio de sueño, aunque mis sueños, cuando escribo, no son muy idílicos, son más bien inquietantes.
Hablando de la inquietud, en la entrevista sobre Lítica reconoció que, cuando escribe, es bastante violenta y cruel.
— En La terra, la parte más violenta es la primera, que es más dura, más oscura. La luz llega hacia el final. Con todo, creo mucho en el poema pero no tanto en su explicación. Me pasa con mis poemas, pero también con los de otros.
Dedica al libro y un poema a su hija, Auba. ¿Ha afectado de alguna manera la maternidad a la hora de expresarse y de escribir?
— Di por terminado este poemario durante el confinamiento, cuando estaba embarazada. Claro que es una experiencia que te cambia mucho, pero creo que sobre todo a nivel personal. Es verdad que lo personal influye en lo creativo y, en este poemario, sí que puede haber un espacio para esto, pero va más allá. La maternidad, de cara al poemario, me ha hecho ser lugar. He sido el lugar donde se ha gestado Auba. El hacerse sitio para otra persona es una sensación muy dura y bella a la vez. En definitiva, la maternidad está presente pero en el margen.
En La terra también aparece, sutilmente, la ballena de Lítica.
— No lo había pensado, pero es verdad. En ambos libros aparece como símbolo de libertad. El otro día escuché a Antònia Vicens decir que el mar es como una tumba desde hace ya un tiempo. Tiene razón, pero desde que vivo en la Isla veo el mar como una posibilidad de otra cosa o el límite más allá del cual debe haber algo precioso. Considero que es muy diferente nacer en una isla que decidir vivir en ella.
En Lítica estaba presente la poesía de Blai Bonet, aquí cita un verso de Àngel Terron: «bell no vol dir habitable».
— Me gusta mucho este verso y, además, tiene mucho que ver con interrogarse sobre los lugares y los cuerpos. También puede generar el debate de qué es bello y qué no.
Cambiando de tema, Euroclàssics estrenará en abril el espectáculo basado en Lítica.
— Es todo un reto para mí, como lo fue Irene i la terra adormida, pues son formatos nuevos para mí y los escritores estamos acostumbrados a trabajar en solitario y aquí todo es en equipo. Será un recital poético con música que dirigirá Toti Fuster. Me gusta esta mezcla de géneros, pues a mí también me cuesta no contaminar géneros, no soy ni creo en lo purista.
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