Jordi Canal y Àlex Martín, autores del volumen, en una fotografía promocional del libro. | MANEL GIMENO

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Desde Vázquez Montalbán hasta Carlos Ruiz Zafón, pasando por autores variados como Petros Márkaris, Patricia Cornwell, Torrente Ballester, e incluso colándose alguno como Unamuno, la bibliografía del segundo volumen de Trets per totes bandes es todo lo que un amante de la novela negra y policíaca podría esperar. Sus autores, Àlex Martín Escribà y Jordi Canal i Artigas, han vuelto a unir sus plumas e ingenios que cristalizan en esta obra centrada en la época contemporánea del género «camaleónico por excelencia» a través del sello Alrevés que también lo publica en castellano bajo el título A quemarropa.

El propio Martín, la mitad de la dupla responsable del libro, señala que «la novela negra es un macrogénero que se ha ido ampliando a partir de los últimos años» y que a partir «de los 70 se produce la expansión definitiva de su universo». Como ya avanzó Montalbán, «su futuro era convertirse en una literatura general», algo que se atisba a partir de la «pérdida de sus señas de identidad más clásicas que dejaban espacio para que entraran nuevas tendencias», detalla el escritor.

Tendencias

Esas tendencias nuevas y esos rasgos identitarios son lo que recoge este segundo volumen, en el que se ve cómo «poco a poco se convierte el género en un hijo mestizo que casaba con todo», desde la «literatura social a la más fantástica o la ciencia ficción». Mucho por explicar y «mucho trabajo detrás» que tiene por objetivo ser «un libro para lectores inquietos» a los que atraer con «rigurosidad y amenosidad» para adentrarles de lleno en el turbio mundo de los bajos fondos.

Una rigurosidad que no ha pasado desapercibida para el escritor y dramaturgo Massimo Carlotto, quien ha tenido a bien prologar este segundo volumen. «Es un auténtico lujo», manifiesta Martín quien además explica que Carlotto es «nuestro escritor de cabecera» y califica el que haya querido hacer el prólogo como «un regalo que cuenta muy bien cómo es este libro».

Además, Àlex Martín y Jordi Canal buscan fomentar la exploración del género más allá de esta suerte de enciclopedia de bolsillo. Esa es otra meta autoimpuesta por los autores quienes «teníamos muy claro que queríamos que fuera para un público masivo y que lo pudieran leer expertos y quienes no supieran nada sobre novela negra».

Por esta razón, una tercera parte de la obra se centra en una vasta bibliografía, un paraíso de referencias y detalles curiosos como la colorida colección de cubiertas de obras que decoran la parte central de las más de 300 páginas de Trets per totes bandes que abre la portada de la mítica ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, del autor Phillip K. Dick.

Por ello, invitan a bucear en esta historia cronológica sobre «nombres muy conocidos» así como otros no tan populares, aunque importantes. Un ejemplo de ello es Jean-Pattrick Manchette, «referente del movimiento de autores franceses de la izquierda militante e hijos del mayo del 68 comprometidos con representar el tiempo que les tocó vivir». De él, según Martín, se extrae el «componente ideológico y político» y se entiende «a Vázquez Montalbán». Por ello, «Manchette es el gran descubrimiento de este segundo libro».

Y Mallorca tampoco queda atrás, de la cual Martín destaca su valor «cosmopolita que aparece bien rápido en la obra de escritores internacionales como destino turístico». Ejemplo de ello son dos fundadores de la novela negra sueca, Maj Sjöwall o Per Wahlöö que la retratan en El policía que ríe o en El hombre que se esfumó. También aparece en el inicio de El juego del escondite, de Patricia Highsmith, una de las escritoras más importantes del género. No obstante, Martín hace hincapié en cómo «la influencia de la renovación del género de los 70 aparece en la serie Lònia Guiu de Maria Antònia Oliver, influida por la oleada feminista norteamericana».

Género humano

Sobre por qué la novela negra tiene esa facilidad para hablar de lo más oscuro del género humano, para Martín está claro que obedece a que «es el estilo camaleónico por excelencia» y a su «capacidad de radiografiar», lo que le infiere «esa capacidad de denunciar y contar los asuntos turbios de nuestra sociedad», narra el investigador.

Aunque también tiene peso el que «habla de nosotros mismos» y de «lo que somos capaces de hacer a través de la violencia». Dicho de otra forma, «nos descubre en tanto que humanos, como los animales que somos», algo intrínseco a nosotros mismos y que explica «el éxito del true crime y el atractivo de personajes psicópatas o sociópatas».