La autora e ilustradora murciana Ilu Ros, en una imagen promocional. | JAIRO VARGAS

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Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, Granada, 1898-1936), a partir de ahora Federico, como lo trata la conocida ilustradora Ilu Ros (Mula, Murcia, 1985), que titula así su nuevo libro, Federico (Lumen) era un «enamorado del teatro» y, por eso, la autora también lo presenta así: como un gran personaje de una obra de teatro, de la suya propia. Una obra que, como sabemos, desgraciadamente termina en tragedia. Este ambicioso proyecto llega después de Cosas nuestras (Lumen, 2020), un homenaje a su abuela. Ros presentará Federico mañana a las 19.00 horas en Rata Corner (Palma), en lo que será el primer acto de presentación de este volumen, pues tal y como advierte Ros «ha habido algunas firmas, pero no una presentación como tal», y además también significará el regreso de las actividades de Rata Corner dentro de su espacio de Antoni Marquès.

A priori, podría parecer que titula el libro Federico por la cercanía que siente por este personaje, pero en la introducción advierte que es porque «Federico solo hay uno».

—Creo que nos pasa a muchos que cuando decimos «Federico» pensamos automáticamente en él. Habrá otros Federicos, pero es un nombre muy ligado a él, que era una persona muy grande. En el proceso de documentación encontré una carta que escribió a un amigo en la que decía que no le gustaba que le llamaran Lorca, que prefería Federico. Eso me pareció muy bonito y quería transmitir esa misma cercanía a los lectores de este libro.

Pero dentro de ese Federico había muchos: el artista, el dramaturgo, el Federico más oscuro y triste...

—Como todos, tenía oscuridad dentro de él. Pienso que era una persona muy sensible, lo que ahora llamamos hipersensible, pues lo vivía todo con mucha ilusión y excitación y tenía preocupaciones, que luego plasmaba en sus obras. Era una persona sociable y alegre con todos los que le rodeaban, pero conocía muy bien las inseguridades y lo que era sentirse mal.

¿Y cómo y cuándo se acercó a él?

—Había leído alguna obra suya, sobre todo conocía su teatro, que vi de niña y adolescente. Me acuerdo que en el instituto me dieron a elegir entre hacer un comentario de texto de Castilla, de Azorín, o de La casa de Bernarda Alba. Elegí esta segunda opción. Además, estudié en Murcia y Granada y eso influyó bastante.

Reconoce que se ha dicho y escrito mucho sobre Lorca, ¿el reto fue seleccionar lo que quería contar?

—Sí, el libro fue difícil de afrontar precisamente por eso, así que me propuse hacer una biografía ilustrada sobre el Lorca más íntimo y humano, así como reflejar también el universo lorquiano. Quería que el lector tuviera la sensación que siento yo al salir del teatro de ver una obra suya, como si te despertara el alma.

Presenta a Federico, a sus amigos y familiares como personajes de una obra de teatro y el libro sigue una estructura dramática.

—Federico era un enamorado del teatro, por ejemplo, montó la compañía La Barraca. Así que me pareció bonito contar su historia como si se de una obra de teatro se tratara, que al final fue una tragedia, por desgracia.

Dice que la noche que lo mataron no había luna, pero usted se la dibuja, se la regala.

—Cuando me enteré me pareció muy injusto, porque la luna para él era muy importante, un personaje más de su obra. Así que yo le pongo una luna para que le acompañe.

¿Federico se ha convertido en un icono pop?

—Sí, ha trascendido, es inmortal. Lo mataron, pero no consiguieron para nada borrarlo. Siempre está de actualidad, ya que habla de temas universales que se pueden entender desde un pueblecito de Almería hasta Leonard Cohen en Nueva York. Que sus obras sigan emocionando cien años después es muy grande.

Hablar de Federico es hablar también de la España del siglo pasado.

—Es que vivió un momento muy importante para la historia de nuestro país: la dictadura de Primo de Rivera, la República, la Guerra Civil. Me parecía fundamental contextualizar su figura en la historia, en un momento en el que la gente del campo no tenía un fácil acceso a la educación, esa España cerrada... Él, a pesar de ser un privilegiado porque era hijo de un terrateniente, siempre estuvo cerca de los vulnerables, de los marginados, de los gitanos y de las mujeres.

¿Qué pensaría ahora del auge de la ultraderecha?

—Lo mismo que en ese momento. Lorca estaba muy comprometido social y políticamente. No en el sentido de abanderado o afiliado a un partido, sino de compromiso con la libertad, contra el fascismo, con los derechos de todos. Siempre estaba de parte del pueblo. Estaría muy triste, desde luego, y es para estarlo.