TW
0

María Rozalén estudió Psicología, pero nunca se imaginó ejerciéndola, sus sueños estaban depositados en la música, en fabricar canciones que desde una habitación apuntasen a las estrellas. Solicitó un préstamo para financiar su debut, Con derecho a... (2013), y la jugada le salió redonda. Su explosiva mezcla de estilos, un cajón de sastre con retales de flamenco, pop, reggae, chotis y ska la puso en boca de todos, y el éxito volvió a sonreírle en Quién me ha visto (2015) y Cuando el río suena (2017). El árbol y el bosque (2020) es su cuarto disco, su presentación abriá el Mallorca Live Summer el 18 de junio en el antiguo Aquapark de Calvià.

Sensibilidad, desparpajo, inspiración y una voz con gancho. A sus 34 años, Rozalén se ha hecho un hueco en la música a golpe de canciones sinceras que llegan a un público sorprendentemente heterogéneo, con el que sigue flirteando en su último trabajo, en el que la manchega nos muestra su visión del mundo desde lo introspectivo. Once cortes que desvelan su universo emocional con la sinceridad de siempre, pero con un punto extra de visceralidad, que consigue adentrarnos en la psique de una de las grandes voces de la canción de autor contemporánea. «Es un disco muy personal, escribir las canciones fue como ponerme frente al espejo», reconoce la cantante.

Lo de abrirse en canal en cada disco es una constante en su trayectoria, «no me supone ningún mal rollo, al contrario, es super liberador, es una manera de quitarme la mochila de encima. Si estoy triste y hablo sobre ello me siento liberada», aclara. La catarsis irrumpe de la mano de canciones que picotean de aquí y allá, «escucho de todo, desde flamenco, pop, rap y heavy hasta electrónica», aunque el gran tema sobre el que pivota su música es la tristeza. «Me gusta cubrirlo todo con una pátina de melancolía, la verdad es que cuando eres feliz lo que quieres es dedicarte a vivir y disfrutar de esa alegría. Pero a mí me encantan los momentos de crisis, me sirven para reflexionar, la tristeza me parece positiva, puede generar un cambio que desemboque en algo mejor», cuenta.

Vitalidad

Aunque no implica que sus canciones sean nanas oscuras y deprimidas. Todo lo contrario. Su repertorio sigue desprendiendo la misma fuerza y vitalidad, un buen rollo que se amplifica con toques de ironía. Esta forma tan particular de hacer música le ha granjeado un Goya, por su tema Que no, que no, alojado en la banda sonora de La boda de Rosa. «Lo que me está pasando es un regalo, al empezar en la música quería comprarme una furgoneta y hacer musicoterapia por toda La Mancha, y fíjate donde estoy», concluye Rozalén.