La trama se inicia en junio de 1816. La fragata francesa Alliance embarranca ante las costas de Senegal. Sin botes suficientes para todos, se construye una balsa para remolcar hasta la orilla a 147 hombres. Pero el pánico y la confusión se apoderan del convoy y cortan la soga de remolque, abandonando la balsa a su suerte. El hambre, la locura y una lucha encarnizada se desata en aquella balsa a la deriva. Savigny, un oficial médico implacable y Thomas, un rebelde marinero raso, se enfrentan mostrando diferente actitud para sobrevivir. Un horror que duró días y días. Un escenario donde se mostraron la mayor de las crueldades y la más dulce de las piedades.
Villaronga presentó la película junto a los intérpretes Roger Casamajor, Oskar Kapoya y los productores Javier P. Santana y Cesc Mulet. El realizador explicó que la idea de grabar el proyecto surgió durante el confinamiento «cuando la gente se ponía a cantar en las terrazas y la cultura se moría y había que salvarla».
El guion está basado en la novela de mismo nombre de Alessandro Baricco. Es por eso que el contenido literario ejerce un papel importante en El ventre del mar. «Había que respetar la fuente literaria, el peso narrativo es fuerte y teatral», apuntó. Toda la película se desarrolla en torno a la figura y significado del mar. «El mar es mi entorno natural, yo soy isleño. Es una especie de espejo que tiene una dimensión mística importante y un contenido muy espiritual». El director detalló que se ha servido de la historia para denunciar una «herida» que sigue existiendo en el mar a causa de los naufragios migratorios. Por su parte, los productores han asegurado que se lanzaron como los protagonistas a realizar este proyecto, sin saber muy bien cómo acabaría el viaje. «Fue una propuesta arriesgada, había miedo de naufragar, pero al final todo salió bien», dijo Villaronga.
El ventre del mar pasó por Rotterdam y Moscú antes de llegar a Málaga y se podrá ver en la plataforma Filmin.
1 comentario
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Creo que el pintor romántico Géricault se merecía una mención, por su dramático y conocido cuadro "Le radeau de la Méduse". La tragedia tuvo un notable componente social, pues la aristocracia volvía a tomar el mando, en la Armada, tras los periodos revolucionario y bonapartista.