El músico Joan Bibiloni, en una imagen promocional de su nuevo disco. | Redacción Cultura

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Triunfar en la vida no consiste en amasar una fortuna, ni coleccionar discos de oro. Triunfar en la vida va ser recordado con respeto, afecto y reconocimiento. De esa guisa recordaremos a Joan Bibiloni, una mente inquieta cuyo legado ha quedado sobradamente acreditado. El músico abandera una generación que vive su profesión con entrega y pasión, una generación que prefiere pensar y hacer que tener y exhibir, una generación que defiende que la honradez no se lleva en el currículo, sino en la actitud. Los años pasan, los tiempos cambian, pero el talante de este manacorí con pinta de profesor de la Sorbona se mantiene incólume, firme como una cordillera. Ahora presenta Balades (Blau, 2021), un disco que compila sus mejores baladas y algún tema inédito, arropado por voces invitadas del calibre de Conxa Buika, Isidor Marí y Joan Pons.

Cuarenta años escribiendo canciones, ¿se siente más cerca de saber de dónde viene su inspiración?

—No, mi inspiración es fruto de mis cuarenta años de oficio, cada vez que escribo es una pieza nueva, diferente al resto, aunque sí mantiene mi sello.

¿Hay aspectos en su último disco que representen un crecimiento creativo para usted?

—Hay un sentido de la composición. El tema está en que con el tiempo la composición de las letras va mejorando, aunque también cuento con el sostén de grandes poetas.

Sus canciones tienden puentes entre estilos y cruzan sensibilidades, ¿le basta para mirar atrás con orgullo?

—Me siento contento pero no orgulloso, cuando miro atrás lo hago muy anclado en el presente, la nostalgia enfermiza no va conmigo.

¿Cuál es el mejor hábitat para crear: la impetuosa candidez de la juventud o el acomodado desencanto de la madurez?

—Justo estos dos formatos que has nombrado, pero añadiéndoles la soledad, no como elemento sentimentaloide, sino físico.

Su hoja de colaboraciones es espectacular, de Kevin Ayers a Celia Cruz, pasando por John Cale, ha trabajado con artistas de primerísimo nivel. ¿Me cuenta alguna anécdota?

—Creo que la más simpática fue una vez que estaba en unos estudios de Poble Nou, en Barcelona. Estaba John Anderson, del grupo Yes, que era el hermano de Toni Anderson, cantante de los Zebras. En el estudio no había un Leslie y necesitábamos conseguir el efecto de sonido que produce, y John con un micro hizo un truco y consiguió registrar el sonido del Leslie. Otro momento memorable fue cuando me comí un pollo con frijoles espectacular durante mi estancia en Miami para grabar con Azuquita y Celia Cruz.

Por Internet corre un video en el que interpreta una versión del Blackbird de los Beatles.

En la presentación habla de tomar partido en la vida usando como metáfora el enfrentamiento Beatles vs Stones. Usted se decanta por los primeros, pero apela a disfrutar de los Stones sin caer en el sectarismo reduccionista...

—Si hago memoria y recuerdo cualquier conversación con músicos sobre los Beatles y los Stones, siempre ganaban los Beatles, pero eso no quiere decir que no respetásemos a los otros. En esta vida hay que estar abierto, la mirada sesgada y retrógrada es absurda.

¿Hábleme de esas canciones que hizo y nunca cantará?

—¡Uf! Tengo muchas, sobre todo instrumentales, ahora mismo en el cajón hay un montón. La única en castellano se titula El color de tu corbata, y está dedicada a Antonio Vega.

¿Siente reflejada su filosofía de vida en las nuevas voces?

—Voy descubriendo a artistas por las redes, una de esas canciones que guardo en el cajón me gustaría hacerla con una voz fresca y joven que he descubierto, es una chica de Tarragona.

¿Qué canción de su repertorio le sigue emocionando?

—Muchas, por ejemplo Records de Son Amengual.

Pete Seeger se congratulaba de ‘no haber estado nunca de moda'. Aunque eso es algo discutible, ¿se siente reflejado en sus palabras?

—Supongo que sí, ya me va bien. La vida es como es y hay cosas que no necesito. Mira, te contaré que tengo amistad con la gente que puso en marcha la primera edición de Operación Triunfo, podría haberles pedido estar ahí, pero ni se me ocurrió.

¿Qué opina de la escena actual del pop rock català, marcada por un puñado de bandas que aportan una nueva sensibilidad despolitizada y exportable?

—En los 80 produje a muchos grupos catalanes y tampoco hacían algo muy politizado. No puedo estar en contra de ninguna expresión musical.