¿Cómo recibió la noticia de este premio Pare Colom?
— Con mucha sorpresa e ilusión porque se me había olvidado que me había presentado. La escribí el año pasado y la presenté hace algunos meses. Como era un proceso sencillo, prácticamente solo envié un correo electrónico, me olvidé de ello y continué con otros proyectos.
¿Cómo nació esta pieza de teatro?
— En realidad la escribí como parte de un encargo para Jordi Casanovas y su productora, Hause & Richman. A pesar de que le gustó mucho, a él le interesan piezas más sociales, dramáticas y punzantes. Así que me hizo algunas sugerencias, que yo entendía y comprendía, pero preferí no tocarla y dejarla como estaba. No quería ponerme a hacer un cadáver exquisito. Así que decidimos que lo mejor era disolver el contrato. Con todo, él me animó a presentar el texto a algunos premios y así fue. Aunque solamente la presenté a los premios Pare Colom de Inca. Para mí es especial que sea en este pueblo porque mi madre y mi abuelo son de allí. Además, la edición va a cargo de Lleonard Muntaner y me encanta como trabajan.
¿De qué trata La deliberació dels escorpins?
— Es una autoparodia del gremio literario que recorre los estereotipos desde una conciencia, pues yo misma formo parte de él. La obra está ambientada en una reunión que celebra un ayuntamiento para deliberar un premio literario local, de narrativa en este caso. Hay una regidora de cultura que hace de secretaria y tres escritores de edades y perfiles diferentes que son extrapolables a muchas conductas que he observado en este sector pero que están también en otros. Sigue la línea de Matar el pare, con giros, subidas de tono y de tensión. Y, como no, el diálogo es una parte fundamental. Me gustan los diálogos rápidos, con ese punto británico, irónicos y sutiles. A nivel de producción, sería muy barato subir esta obra encima de un escenario.
Parece que en teatro le gusta hacer más humor que en narrativa.
— Puede que sí, aunque en La cosina gran también hay humor, pero claro, la propia ternura de la historia, el punto naíf, me obligaba a ser más seria, porque lo que le sucedía a la protagonista lo era para ella.
¿Cree que el humor se premia tanto como los dramas?
— No, la comedia no se suele premiar tanto, tampoco en cine, ni en teatro. De hecho es un tema que comentamos con Maria Muntaner y Josep R. Cerdà [editora de Lleonard Muntaner y director del Teatre Principal de Palma, ambos jurado de esta edición de los Pare Colom]. Cada vez estoy más convencida de que la comedia es un medio muy poderoso para hacer reflexionar porque, al hacerlo bajo la pátina de la parodia o la ironia, de alguna manera llega al lector o al espectador de forma subliminal, no tan agresivo. De esta manera, el receptor no lo acogerá como un dogma o un sermón, sino que lo hará riéndose, pasándoselo bien, aunque sea con esa risa incómoda.
Puede que la comedia nunca haya sido tan necesaria como ahora.
— Totalmente. En esta realidad en la que nos encontramos, de desafección política, social, nos hace mucha falta reírnos de nosotros mismos. Vivimos en una época en la que el exceso de solemnidad nos matará.
Volviendo a la narrativa. ¿Qué puede avanzar de su próxima novela?
— Justo la estamos acabando de revisar con la editorial, Empúries, y está previsto que salga el próximo mes de febrero, ya de cara a Sant Jordi. Es una novela muy diferente a La cosina gran, aunque también está protagonizada por una mujer. Aunque La cosina gran no es una novela juvenil, es verdad que los personajes se encontraban entre la adolescencia y la primera juventud. En esta segunda se abrazan más años, de los 14 hasta los 34 años. Seguramente sin La cosina gran esta segunda novela no existiría.
La cosina gran ha sido todo un éxito, ¿siente algún tipo de presión de cara a su próxima obra?
— Al margen de la repercusión, La cosina gran fue un humilde intento de demostrarme si era capaz de escribir algo largo. Es cierto que, inconscientemente, estuve más rígida en la estructura, que era esquemática, aunque me fijé mucho en el ritmo. En esta segunda me he dejado llevar más, me he permitido arriesgar y jugar un poco más. Además, me lo he pasado muy bien escribiéndola, aunque siempre que escribo me lo paso bien. Creo que el lector notará este disfrute.
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Como decia Horacio: "castigat ridendo mores", o sea criticar las costumbres pero con la sonrisa.