«Dune tiene una ética medioambiental importante y eso viene del libro que era de los 60 y ya entonces al autor le preocupaba el tema», dijo Bardem a Efe durante el pasado Festival de Venecia, donde se estrenó mundialmente el filme, fuera de competición.
La corrupción, el poder, la avaricia, las instituciones familiares, la herencia o la opresión, son otros temas de calado que cita el actor español y que dan envergadura a esta epopeya galáctica llamada a convertirse en una nueva y taquillera saga.
Ambientada más allá del año 10.000, Dune es la epopeya de Paul Atreides (Chalamet), un joven de noble linaje que se ve abocado a liderar el destino de Arrakis, un árido planeta habitado por la tribu Fremen, encabezado por Stilgar (Javier Bardem) y Chani (Zendaya).
En Arrakis la humanidad combate por el control de una materia preciada y escasa, «la especia», mientras trata de sobrevivir a una naturaleza hostil de desiertos inhóspitos, abrasados por el sol y por la escasez del agua.
«Dune es un planeta inhabitable y mi personaje es el que intenta defender un microclima, un paisaje diferente para que la gente pueda sobrevivir y reproducirlo en otros planetas», indicó Bardem, que en esta primera película tiene una aparición muy pequeña pero se espera que cobre más protagonismo en una probable segunda parte.
«Es una película muy compleja hecha de manera que puede satisfacer a todo tipo de público, a los que buscan acción, hay mucha acción real, sin efectos, pero también a los que buscan historias que trascienden y que te hacen plantearte preguntas», dijo Bardem.
Sobre la gran escala de este filme, Josh Brolin, que encarna al jefe guerrero Gurney Halleck, apunta que la historia de Herbert no merecía menos.
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