Comodidad. Elvira Lindo y Antonio Muñoz Molina mostraron su comodidad en la azotea del hotel, desde la cual el escritor explicó que era la «primera vez que doy una charla tan arriba en un sitio».

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La dupla formada por Elvira Lindo y Antonio Muñoz Molina, que son uno de los matrimonios más literarios de nuestro país, repasó este domingo por la mañana desde la azotea del hotel Innside Calvià Beach, junto a la periodista Rosa Campomar, qué fue escribir durante el confinamiento, la exposición de los autores al público, el oficio del escritor y el valor de la literatura. Lo hicieron dentro del marco de la última jornada del festival literario LEM y con el nuevo libro de Molina, Volver a dónde, recién salido del horno editorial de Seix Barral.

Así pues, ante un aforo casi completo, Molina y Lindo repasaron el confinamiento que nutrió la base de este nuevo título. «La literatura consiste en contar aquello que tienes más cerca», detalló el autor, que reflexionó sobre el riesgo de dar a conocer demasiado de uno mismo. «Eso te expone porque hay un equilibrio entre lo que uno cuenta y el pudor. En España, a veces, no hay término medio entre la opacidad y la vergüenza», dijo.

Ambos narraron alguna anécdota sobre el hecho de escribir sobre sus propias vidas y lo que ello les ha acarreado, como que en ocasiones han tenido visitas inesperadas en su domicilio, no todas agradables.

Elvira Lindo recogió el guante y detalló que «el pudor nos mejora» y criticó «la tendencia hacia el exhibicionismo» actual. «Parece que cuanto más sórdido, violento y trágico mejor», y apuntó que «la vida no es una sucesión de desgracias». Por otro lado, explicó que «hay un equilibrio entre lo que quiero que sepa el lector y lo que no, y ahí es donde se mueve la literatura». Por esta razón concluye que «está bien ser pudoroso, pero ser opaco es horrible».

La pareja también incurrió en la madurez vital y literaria y habló de la nostalgia. Molina, por su parte, indicó que la vejez «es la retirada lenta, pero no de cosas como viajar al Caribe, sino de subir a la planta de arriba de tu casa», como confesó que le ocurrió a su madre. «Me impresionó mucho ver que una parte común de su vida, de pronto era tan remota como el Tibet», dijo.

Por su parte, Lindo hizo un alegato a favor de «ser una persona madura con la cabeza bien y en forma física», lo cual describió como «un lujo» y un «estado de libertad», antes de recibir un aplauso entre risas ante la consigna de «¡Viva el nido vacío!».

La charla fue cerrada por un par de preguntas del público y algún que otro apunte sobre actualidad política, la nostalgia de un pasado con «menos derechos civiles» que solo interesa a algunos, así como la necesidad de los políticos de meterse en el fango de las redes, algo que para Lindo «debería estar prohibido porque no nos interesa lo que puedan pensar a las 11 de la noche».