Fue escogida en octubre de 2019 para dirigir Es Baluard Museu d'Art Contemporani de Palma con la intención y las ganas de generar un cambio de modelo en el ‘meollo' cultural y artístico de la Isla. Lo que no podía imaginar es que tan solo seis meses después nuestras vidas cambiarían para siempre con el estallido de la pandemia de la COVID-19. Ahora, Imma Prieto (Vilafranca del Penedès, Catalunya, 1975) afronta una nueva etapa en este espacio ubicado en la Plaça de la Porta de Santa Catalina en todos los sentidos. En el año que está por venir tiene en marcha proyectos tan importantes como LAP #1: Zona de contacto: reparar la crisis, un programa de formación e investigación para consolidar el museo como plataforma de ideas y espacio de pensamiento crítico, o el congreso internacional de CIMAM, que colocará a Es Baluard y a Palma en el epicentro del panorama museístico mundial.
Le ha tocado dirigir Es Baluard en un contexto pandémico a escala mundial. ¿Qué rumbo deberían tomar los museos?
— La pandemia ha puesto encima de la mesa cuestiones que, aunque ya conocíamos, se han desvelado con cierta urgencia. Son, de hecho, parte de los retos del siglo XXI y los museos se hacen eco de ello a través de sus programaciones. Estas no solo apelan a las exposiciones, también a los programas públicos.
¿Cómo se desarrollarán estos ‘nuevos' objetivos?
— A partir de seminarios, talleres, programas propios de formación, como LAP #1: Zona de contacto: reparar la crisis. Lo que hacemos es nutrir la identidad de los museos en base a la propia arquitectura interna de los museos generando discursos y conocimientos que despiertan el espíritu crítico. Aunque no hay que olvidar, obviamente, la función principal de los museos: salvaguardar su colección, que es salvaguardar el patrimonio, la memoria y la identidad. Hay que cuidar el pasado para ser capaces de que este siga interpelando con el presente y, a partir de ahí, mirar al futuro. Por ejemplo, para mí Miró es muy contemporáneo. Sus obras son extremadamente contemporáneas. Hablan de la censura, de los dictadores y personajes grotescos, que hoy en día también forman parte de los ámbitos políticos, algunos al mando de algunos países.
¿Qué secuelas ha dejado y está dejando la pandemia?
— Hubo un momento de colapso, de exceso del uso de las tecnologías; lo excesivo me hizo parar y decir: ‘Okey'. Nunca lo virtual sustituirá a la presencia, sobre todo si hablamos de un museo. Eso no quiere decir que no hubiera actividades muy útiles y las familias lo agradecieron. Sería positivo contar siempre con ese recurso, porque eso significa democratizar los contenidos del museo, pero la experiencia de estar ante una obra in situ es insustituible. Algo que la pandemia ha acelerado también es la preocupación por uno de los grandes retos del siglo XX: el cambio climático. Es un tema que ya está sobre la mesa y es necesario, ahora más que nunca, un cambio de paradigma. Como dijo Jorge Riechmann: ‘Otro fin del mundo es posible'.
Es Baluard acaba de ser escogido por CIMAM para acoger su congreso internacional en 2022.
— Es un acontecimiento muy importante y quiero dejar claro que el mérito de que esto haya pasado es de todo el equipo de Es Baluard. Competíamos con ciudades importantísimas y jamás pensé que fuéramos a ganar. Lo dimos todo, estuvimos mucho tiempo preparando el proyecto. El congreso del CIMAM pondrá a Es Baluard en el mapa, en todo el mundo sabrán que existimos y eso es clave. El comité de selección nos dijo que nuestro proyecto era impecable. También contamos con el apoyo de las instituciones públicas, agentes independientes, galerías, el gremio hotelero...
¿Qué supondrá para el museo acoger este programa?
— Significa traer a la primera línea del mundo del arte a tu casa. La junta del CIMAM está compuesta por los más importantes museos nacionales, como la Tate de Londres o el de Tokio. El congreso pondrá a Es Baluard en el mapa internacional y también a Palma como ciudad. Se basa en tres fases: las conferencias, actividades para generar contacto y tours por espacios de la ciudad. También puede atraer turismo de calidad.
Acaba de ser jurado del prestigioso Premio Velázquez, ¿cómo fue esa experiencia?
— Fue una experiencia interesante, sin duda, aprendes del resto de miembros del jurado y ellos de ti. Esta vez hemos premiado a una persona que todavía tiene un largo recorrido por delante [Tania Bruguera] para que se estimule la producción y no solo una trayectoria.
Otro proyecto estrella será LAP #1: Zona de contacto: reparar la crisis, un programa innovador e inédito en Balears.
— Es un programa nuevo aquí, aunque ya funciona en museos como el Reina Sofía, el Pompidou, la Tate o el MACBA. Busca propiciar un cambio de modelo y de paradigma. La COVID ha provocado que sea una realidad, lo que necesitamos nosotros y el museo, es sembrar semillas para generaciones futuras.
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