Imagen promocional del grupo de rap ‘Lágrimas de Sangre’.

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El miedo a las alturas produce vértigo a muchas personas. Esa misma sensación da nombre al último disco del grupo de rap Lágrimas de Sangre que aterriza este viernes a las 21.00 horas en el Trui Teatre. «Nosotros somos de un pueblo y empezamos en esto porque nos gustaba la música. Creo que hubo momentos donde la situación se nos fue de las manos», admite Jordi Estivill, uno de los cantantes del grupo rapero.

Y es que el disco, que salió en 2019, narra a través de 17 canciones lo que significa pertenecer a día de hoy al mundo del espectáculo, con sus pros y sus contras, desde el reconocimiento artístico hasta las consecuencias negativas que acarrea convertirse en personaje público. «Hay muchas partes buenas, pero hubo momentos donde lo pasamos mal. Incluso nos llegamos a plantear si valía la pena continuar», confiesa. Una consecuencia de ese lado negativo son las redes sociales y la fama. «La gente se cree que te conoce y habla sobre ti. Hay mentiras que te pueden hacer mucho daño», argumenta.

El grupo se formó en 2006 en un contexto donde la música rap no era tan popular como hoy en día. «El género ha ido evolucionando. Nosotros cuando empezamos teníamos ritmos más melódicos y ya recibíamos críticas. Hoy hay otros estilos que han derivado del rap como el trap o el drill», asegura. Este género siempre se ha visto envuelto en polémicas por su lenguaje y sus frases, algunas veces, incendiarias. «En este país hay censura. A Valtònyc se le usó como cabeza de turco para provocar miedo en el resto de raperos. Ese miedo nos lleva a una censura indirecta», afirma. Para ellos, la autocensura siempre existe y es algo con lo que convivimos día a día. «Al aceptar vivir en sociedad nos estamos censurando, en mayor o menos medida, como individuos», concluye Estivill.