El artista descubrió a finales del año 2015, por casualidad, que tenía cáncer. Tras sufrir varias caídas cuando iba en su moto, le detectaron anemia y esto hizo que le realizasen más pruebas, entre ellas una colonoscopia. «El médico me dijo: ‘Te voy a dar una noticia buena y otra mala. Tienes cáncer, pero está muy bien situado», detalló en Planeta Calleja. Lo que no se esperaba es que durante el preoperatorio le iban a diagnosticar también una angina de pecho: «Un anestesista y unos cardiólogos me preguntaron si cuando subía escaleras me ahogaba. Respondí que sí, que notaba que me quemaba».
En ese momento fue operado de inmediato de la arteria que tenía obstruida y le extrajeron el tumor del colon. Afortunadamente no necesitó ni quimio ni radioterapia y a día de hoy este cáncer no ha vuelto a reproducirse, aunque se hace revisiones anuales para evitar sustos. Una vivencia que el propio Antonio plasmó en su libro Pa habernos matao. Memorias de un calvo: «Tuve la absurda suerte de caerme de una moto. Me rompí la mano y se dieron cuenta de que me pasaba algo más. Vieron que tenía cáncer y una arteria obstruida. No ha sido suerte, sino que me lo han cogido a tiempo».
Tan solo tres años después de esta intervención, en el 2018, se tuvo que operar por un derrame en la rodilla provocado por la artritis psoriásica que padece. Esta enfermedad crónica afecta a las articulaciones y los pacientes necesitan un tratamiento inmunodepresor que disminuye el efecto de las vacunas. Una historia de superación que ha hecho que Antonio valore aún más a los sanitarios, sobre todo los que trabajan en el hospital Gregorio Marañón. «Me han salvado literalmente la vida, porque he pasado momentos más que complicados», agradeció este viernes a través de una bonita carta que compartió en sus redes sociales.
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