Después de décadas cultivando las mismas tierras, la familia Solé se reúne para realizar la que probablemente sea su última cosecha ya que, tras la muerte del propietario de las mismas, su hijo quiere arrancar los árboles para que, en su lugar, se instalen paneles solares. Mientras algunos de los miembros de la familia se resisten a la idea, otros creen que no queda otra que encajar lo mejor posible la nueva situación, unas posturas antagónicas que derivan en una profunda crisis familiar.
Personal
Al igual que su primer largometraje, esta película también es personal en cuanto a que los tíos de Simón cultivan melocotones en Alcarràs, un municipio de la provincia catalana de Lleida de menos de 10.000 habitantes, con una economía basada principalmente en la agricultura y la ganadería. Conoce «muy de cerca» el mundo que retrata en la película, explica la realizadora, que precisa que el proyecto surgió cuando murió su abuelo y sus tíos heredaron las tierras, con «toda esa sensación de que el mundo podía terminar, porque realmente ahora hay una falta de relevo generacional muy grande».
Simón ha trabajado en su película, que se estrenará en España el 29 de abril, con actores no profesionales y siempre intenta buscar personas que se parezcan mucho a los personajes que escribe. En el caso de Alcarràs, el cásting se hizo en la misma zona en la que iban a rodar, porque casi todos ahí son agricultores o tienen familia que lo son y tienen «ese vínculo con la tierra que es muy real». Vieron a 9.000 personas «entusiasmadas por estar en este proyecto». Simón afirmó tener «muchas ganas de compartir la película» y confesó estar nerviosa por ver la acogida que tendrá por parte del público en Berlín. Aunque es «una historia superlocal», al final «todo el mundo tiene una familia».
El apunte
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