El cantante y compositor mallorquín Tomeu Quetgles.

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En Vintaix, Tomeu Quetgles demuestra la flexibilidad de su cancionero. Esa cimbreante ductilidad le convierte en un inadaptado todoterreno, como un enamorado del swinging London francófilo; como un heavy que anhela cantar con la gravedad de un filósofo existencialista. Ese es nuestro protagonista, autor de canciones que desvelan un «viaje auditivo lleno de matices y detalles sonoros» tan ajeno al establishment como Jacques Brel del reggaetón. La Associació Cultural Cas Retratista, de Montuïri, acogerá su presentación este sábado, a las 18.00. Puede que su cancionero sea demasiado intimista para la parroquia millennial, pero del mismo modo que el grueso de lo que hoy suena en la radio tiene fecha de caducidad, las nanas oscuras que esculpe Quetgles con una sobrecogedora melancolía, no sucumbirán al capricho de las modas. Temas que hablan de «la vida pero también de la muerte, cosas tan propias que acontecen universales. Cada canción es un verdadero punto y aparte. Pero en el fondo cuento la misma historia y pongo las emociones humanas por encima de todo».

Publicar un disco es como dar a luz, implica un proceso doloroso que culmina en una explosión de alivio y satisfacción. El artista ha superado el lance y reconoce atravesar un momento dulce, «estoy contento de la inercia creativa de los últimos trabajos y especialmente satisfecho con Vintaix, me siento con una madureza llena de fuerza, capacidad y creatividad». Este álbum, nacido de «mi introspección personal» y concebido en «paseos infinitos por los caminos des Pla y los bosques de Porreres», pretende llegar a «toda la Isla y alrededor de los Països Catalans». El reverso del álbum, su labor técnica de estudio, «fue concebido en Algaida, en Estudis Campet, bajo la batuta de Toni Martín. Allí dimos profundidad y enriquecimos las canciones, buscando una sonoridad más apropiada para cada tema y, al mismo tiempo, otorgando al conjunto de una cierta uniformidad».

El eclecticismo que desprende Vintaix confirma a Tomeu Quegles como una auténtica esponja, «creo que con el tiempo he sabido convertirlo en una virtud, soy como el variat mallorquí, donde todas las salsas se juntas de forma imposible, pero deliciosa, si se me permite decirlo». Ciertamente, hay algo de sus mentores musicales, tótems como Neil Young o Johnny Cash, pero también rastreamos la melancolía incurable de Jeff Buckley o la aflicción esperanzada de Nick Drake. Todo ello mezclado con su omnipresente e inequívoca «alma mediterránea». Para acabar, le pregunto a este autor al que le hubiese gustado firmar «algún tema sencillo de Lluís Llach como Companys, no és això», qué tema seleccionaría como autorretrato. «No lo sé, quizá la más ‘tomeuera' sea Amb la llum del teu foc», zanja.