Han pasado cuatro años desde que publicara La memòria de l'Oracle…
— Después de La memòria de l'Oracle me cogí dos años para leer y escribir y ahora empiezan a salir los frutos. Si te dedicas a leer y escribir tienes mucho tiempo, lo difícil es combinarlo con las obligaciones, la familia… Este es el dilema que plantea precisamente este libro de cuentos: las dificultades de los creadores a la hora de hacer su obra cuando se tienen que enfrentar a una serie de obligaciones.
Para reflexionar sobre esta cuestión se ha metido en la piel de creadores muy diferentes.
— Sí, me he basado en hechos históricos y personajes reales, todos ellos de primera línea y con un lugar privilegiado en la historia del arte. A partir de sus vidas he hecho ficción literaria. Ahí entra mi trabajo de poner el tono y mi imaginación para recrear una atmósfera, una situación, un desenlace.
¿Por qué eligió estos once personajes?
— Creo que ha surgido de forma natural. Leo muchos géneros diferentes, desde novela y ensayo hasta libros de arte, filosofía y biografía. Cuando voy leyendo surge lo que llaman inspiración y las musas aparecen y me sale una historia a partir de lo que he leído.
Adentrarse en estas personalidades ha sido como un juego, ¿no?
— Sí, es una apuesta arriesgada. Por ejemplo, en el relato de Frida Kahlo incluso la hago escribir poesía. Si ella lo leyera, puede que no se sintiera reflejada. Pero nunca se sabe. Es una apuesta que hago como autor, me meto en los personajes, a veces de forma más o menos acertada. Es una opción muy personal.
¿De dónde surge esa necesidad?
— Diría que de mi pasión por las artes, por la pintura, la escultura, el cine, el teatro y evidentemente la literatura. Pero no ha sido algo rebuscado. Es verdad que como novelista tiendes a tener una historia y unos personajes, pero por ejemplo la poesía viene cuando quiere. En mi caso, estar en un concierto, una exposición o una obra de teatro puede ser el desencadenante de un poema o de la primera versión de uno.
Los protagonistas de estos relatos han sufrido mucho.
— Hay situaciones bastante dramáticas y duras. La vida de los artistas puede parecer de color rosa, pero te das cuenta de que para muchos el hecho de crear es un sufrimiento. Por eso también digo el arte o la vida, que es una disyuntiva. A veces el arte te empuja a renunciar a partes de la vida o la vida hace que llevar a cabo tu obra tenga dificultades. Y ya no hablemos de las mujeres, que se han viso relegadas a un papel secundario. Aquí hay algunas, como Camille Claudel, Frida Kahlo o Billie Holiday.
Sufrimiento y arte a veces van de la mano.
— Hay quienes conciben el hecho artístico a partir de una historia personal trágica. Siempre he dicho que si cuando iba al instituto no se hubieran muerto de forma reiterada amigos, un primo y un vecino seguramente no habría optado por leer compulsivamente y, como consecuencia, ponerme a escribir poesía. En mi caso, un evento vital marcó el hecho creativo. En mi caso, creo que los conflictos existenciales y hecho artístico se entremezclan.
En estas narraciones humaniza a los artistas.
— Hay quienes ponen a los artistas en una élite. Conozco a muchos creadores de toda clase y todos tienen una vida como cualquier otro, con trabajo, familia, etcétera. La diferencia está en la mirada sobre lo que les rodea. Una persona normal pasea por el bosque, oye cantar un pájaro y sigue su camino como si nada. Para un músico o un escritor puede ser un estímulo para crear una obra. Se tiene que desmitificar el papel del artista como ser alienado de la sociedad. No son superiores por el hecho creativo, pero es verdad que a la hora de asimilar los inputs del entorno sí que tienen una mirada y reflexión diferentes y lo aprovechan para su labor creativa.
¿Hay que elegir entre el arte o la vida?
— Tengo muy claro que concibo la creación desde un punto de vista vital. Siempre he dicho que no tengo mucha fantasía ni imaginación para escribir, sino que me alimento de la propia vida y de las diferentes lecturas que hago de obras de teatro, de exposiciones… Ese es mi alimento, que puedo traspasar de forma más o menos ficticia a la literatura. Concibo la literatura a partir de la vida.
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