Garganté es la comisaria, junto a Pere Terrassa –quien hizo el hallazgo– de esta muestra que reconstruye un monumento con dos bordados de los siglos XV y XVI, además de piezas de orfebrería y sacras de las hermanas Sureda. Todo genera un conjunto que gira en torno al rito que inspiró al propio Gaudí y que le llevó a crear estos textiles.
«Es un importante descubrimiento porque permite poner de nuevo el nombre de Gaudí en unas obras que no se conocía» y que, como ella misma detalla, destacan por «la técnica», que es «muy innovadora para el momento», que incluye «la representación de unas uvas como botones bordados», mucha «capacidad inventiva» y «además de reciclaje de materiales», a través de una «estética atrevida», señala. Las piezas, de nuevo, atestiguan la «religiosidad de Gaudí» y la voluntad de las monjas del templo de Sant Jeroni de cambiar todas las decoraciones, por lo que se destaca su importancia en la creación de estas obras.
La sala de Can Balaguer que acoge la exposición hará viajar al visitante a un templo en plena celebración de Las 40 Horas en el que hay unos «soportes que sujeta los bordados», que forman un arco, y en el que se colocan todas las demás obras como preludio a la ubicación de los tres tapices de Gaudí, a los que se accede a través de una escalera como una manera de «llegar al Sancta Sanctorum». También destaca Garganté la perspectiva de género «no forzada» de la exposición por la mucha presencia femenina, como las propias Sureda, y con la puerta abierta a la bordadora, «porque Gaudí hace el papel de diseñador, pero una mujer desconocida es quien borda las obras». De ella se incluye un epígrafe que ayuda a contribuir a «agudizar la mirada sobre estas piezas» en las que las mujeres también han tenido algo que ver.
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