Francesc Grimalt posa con un ejemplar del cómic. | M. À. Cañellas

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Solo un nombre aparece en la portada de El caballero del ocaso (Yermo Ediciones), pero dos autores se esconden detrás de él. No, no se trata de algo al estilo Carmen Mola, sino que en esta ocasión ambos autores comparten nomenclatura. Francesc Grimalt Horrach y Francesc Grimalt Ramon son tío y sobrino y, además, los padres de esta novela gráfica en la que se han repartido las funciones de dibujo y guion respectivamente para narrar una historia original de ciencia ficción «escapista, en el mejor sentido de la palabra». Es el primero de los dos autores, Francesc Grimalt Horrach, quien da los detalles que se esconden detrás de esta obra que será la primera de una línea: «Queríamos hacer una novela gráfica de fantasía y ciencia ficción con una visión de un mundo en el que la ética son valores en sí», alejada de esa otra percepción en la que «la moral está envuelta de estética».

Para mantener bien separados lo bueno de lo bello, ambos autores se han nutrido de su formación en filosofía para utilizarla como «una lejía que separa ambos conceptos». Así pues, el resultado es una narración en la que un soldado vuelve a casa tras muchos años en el campo de batalla con la misión de dar con el misterioso Caballero del ocaso que tantos problemas está causando. Las referencias, algunas de las cuales son claras al ver los trazos del dibujo, van desde Dune a Las crónicas de Riddick, pasando por Moebius y esa gente «que crea una ciencia ficción muy personal y todo eso se mezcla con mis propias influencias cinematográficas». Por ello, la estética del cómic rezuma un aire gótico mezclado con una sociedad tecnológicamente muy avanzada.

Confianza

No obstante, la parte estética de la historia es solo la mitad de la misma, ya que el tándem de los Francesc Grimalt se compone de dos. «El hecho de que seamos familia y trabajemos en mi estudio, La Madriguera (ubicado en Santa Maria y que sirve también como academia), lo hace más fácil» , reconoce el mayor de ellos. Sin embargo, a pesar de tener esa libertad de «enviarle una idea a mi sobrino a las cuatro de la mañana, algo que no haría con otra persona», lo cierto es que «también hay demasiada confianza» y, al fin y al cabo, cada uno se mete en el trabajo del otro. Quizá esto explica mejor todavía que solo un nombre corone la portada del libro, ya que son más uno de lo que creen. En cualquier caso, «la cosa funciona, porque si no no estaríamos ya trabajando en la segunda parte». Eso sí, «cada cual tiene su ego y sus limitaciones», reconoce Grimalt Horrach quien añade que «hay cosas que son fáciles de pensar, pero muy difíciles de dibujar».

El libro, además, incluye una parte de todo ese «trabajo previo» existente a la hora de diseñar personajes, armas, naves, paisajes, entornos, etcétera. «Yo hago bocetos infinitos. Tengo, de hecho, más o menos dos sketchbooks enteros con un poco de todo». Pero, claro, la obra debe llegar a hornearse en algún momento, y demasiados ingredientes pueden derrumbar el pastel. A pesar de todo, como guinda del pastel, las últimas páginas de El caballero del ocaso incluyen «varios bocetos originales que muestran parte de un trabajo que suele quedarse con el artista y no llega a hacerse público». Esto acerca la obra no solo a los lectores, sino también a posibles otros artistas que quieran saber más del proceso creativo.