Hace justo cuarenta años, Bernat Pujol y Adolfo Díez estaban ultimando los detalles para el estreno de lo que sería el primer montaje de la compañía Taula Rodona, Es Filats. La obra, escrita por Guillem Cabrer, estaba protagonizada por el actor y transformistaJosé Vico y Aina Salom y era una versión particular de una rondalla, con números de cabaret al estilo de Édith Piaf. La estrenaron los días 8, 9 y 10 de abril de 1983 en el Auditòrium, dentro de la tercera edición del Festival de Teatre de Palma. El éxito hizo que luego la representaran en el Teatre Principal de Palma e incluso en Barcelona. «En aquella época el teatro era sobre todo costumbrista, pero a Adolfo y a mí nos apetecía hacer un teatro más vanguardista y moderno», cuenta Pujol.
Para dar nombre a esta empresa, el actor, director y dramaturgo se inspiró en la película Lancelot du Lac, de Robert Bresson. «Siempre me ha gustado mucho el cine y la verdad es que me ha influido en la manera de hacer teatro», reconoce. Prueba de ello es la cantidad ingente de cintas en DVD que guarda en su piso ubicado en el barrio Foners de Palma, en el que también proliferan libros sobre teatro y ópera, CDs, volúmenes sobre artistas y varias máscaras y figuras africanas.
Antes de fundar Taula Rodona, en 1978 Pujol se estrenó como actor con El fogó dels jueus, de Llorenç Moyà y dirigida por Ramon Cavaller. La estrenaron en una desaparecida fábrica de alfombras de Calatrava. Así, en esa época Pujol conoció y se juntó con Maria Aurèlia Capmany, Jaume Vidal Alcover y Guillem Vidal.
Con la buena acogida del debut de Taula Rodona, la compañía continuó su andadura con Polifem, también de Moyà. Una obra que se recuperó en 2016 con motivo de la conmemoración del centenario del nacimiento del célebre autor. Una ocasión especial en la que Pujol volvió a subirse al escenario como intérprete, una faceta que, con el tiempo, ha dejado de lado en pro de la dirección.
Luego vendrían otros muchos y variopintos títulos, como De profundis, de Oscar Wilde; Nuredduna, de Miquel Costa i Llobera; Quatre anys, quatre històries, de Strindberg, Benet i Jornet; Les troianes, una adaptación de Jean-Paul Sartre; Re…quaranta putes sagrades, de Pau Lluís Fornés; Paisajexlindos, de Guillem d'Efak; Judici a Miró, de creación colectiva a partir de un texto de Joan Miró, entre muchos otros títulos; El cadàver, de Miquel López, sobre las milicianas o V.I.D.A., sobre el sida.
También en esa época, Taula Rodona llevó a cabo, de forma semanal, performances en las discotecas Tito's (Palma) y en Menta (Alcúdia). «El vestuario era muy importante. En aquel momento trabajábamos con Ángel Batista, un amigo mío canario que tenía experiencia en el carnaval, y las propuestas eran muy arriesgadas y excéntricas. Nos dieron mucha visibilidad. Participó mucha gente, por ejemplo Aina Frau», rememora. Cuando murió Batista, Rafa Pizarro se convirtió, y lo continúa siendo a día de hoy, en el diseñador de cabecera de todos los proyectos de Pujol.
Otra creación colectiva de principios de los 90 fue Imatge mullada, una pieza a caballo entre la performancey la obra de teatro, que casi provoca un incendio en el Teatre Principal de Palma. «Quedaban pocos minutos para terminar la función cuando, de repente, una luz de neón que había montada para la instalación se quemó. Tan mala suerte que el suelo estaba lleno de paja y aquello prendió rápido, incluso llegó a las cortinas. El público ni se inmutó, ¡pensaban que era parte del espectáculo! Por suerte, todo quedó en un susto», cuenta.
En 1987, la ONCE contactó con Pujol y Díez para dirigir lo que luego sería Sa Boira, agrupación formada en su mayoría por actores ciegos o con discapacidad visual afiliados a la ONCE. Así, Pujol se encarga de dirigir, en paralelo, dos compañías, aunque cuenta con la ayuda y la complicidad de Mateu Fiol, quien se incorporó en ambos proyectos en el 2000.
De hecho, además de estas dos agrupaciones, Pujol y Mateu también están al frente de dos grandes montajes ya tradicionales de Palma: L'Adoració dels Tres Reis d'Orient, que se lleva a cabo el 6 de enero, y el Via Crucis, que se celebra este Viernes Santo. De hecho, L'Adoració llegó este año a su 38 edición, mientras que el Vía Crucis, que empezó el mismo año, alcanzará su 36 convocatoria, ya que debido a la crisis del Coronavirus no pudo representarse durante dos años. Ambas están basadas en los textos de Llorenç Moyà y tienen como escenario Ses Voltes.
Novedad
El próximo 22 y 23 de abril, Pujol estrenará su nueva obra, Bernarda. Punto final, que escribió durante la pandemia. Será en el Teatre Municipal Xesc Forteza de Palma, a las 20.00 y a las 19.00 horas, respectivamente. La pieza se basa en Bernarda Alba y su criada, Poncia, quienes llevan la batuta durante la hora y cuarto que dura la función.
«Las dos tienen carácteres muy diferentes y chocan mucho, por lo que hay una fuerte tensión que se mantiene durante toda la representación. La relación entre ambas es bastante tóxica y ninguna cede, por lo que constituye un gran tour de force», avanza. «Aunque es muy diferente, el universo es similar al de la película ¿Qué fue de Baby Jane?, dirigida por Robert Aldrich y protagonizada por Bette Davis y Joan Crawford», reconoce.
Precisamente, José Vico se meterá en la piel de Bernarda Alba, mientras que Aurora Jhardi será Poncia. De hecho, la exconcejal del Ajuntament de Palma participó en 2018 en L'Adoració y, a partir de ahí, ha ido participando en varias obras de teatro. Del vestuario también se encargará Pizarro.
Ahora, mientras ultiman los detalles de este nuevo proyecto de Taula Rodona, que Pujol espera poder llevar a otros escenarios de la Isla, el director asegura que no piensa jubilarse de esta profesión y oficio. Viendo con perspectiva la trayectoria de esta compañía, el director subraya que «hemos mantenido los planteamientos iniciales, también basados en el compromiso social y un fuerte componente de denuncia sin, por supuesto, abandonar una puesta en escena cuidada». Paralelamente, Pujol repara una exposición de pintura.
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