Los lugares que aparecen, sin embargo, no existen en realidad, por lo que si el lector más curioso decide encontrarlos en el mapa, solamente encontrará un solar vacío. «Es un bar hecho de mil bares de antaño, de los que ya no quedan. Me gusta estar en la barra y ver y escuchar historias. Es un espacio, en términos generales, de complicidades inesperadas. Es un sitio en el que te encuentras con gente que piensa radicalmente diferente, pero que es una especie de Suiza, de territorio neutral», detalla Bezares sobre esta suerte de «microcosmos».
«Puede que no todos los lectores estén dispuestos a asumir que en un bar se pueden hablar de muchas cosas serias, pero es verdad. He oído y vivido conversaciones que probablemente, beneficiadas por el anonimato, te permiten abrirte porque sabes que no te juzgarán», añade.
En este sentido, Bezares apunta que, «sin ánimo de frivolizar, el bar es un lugar en el que se cuentan cosas porque la gente tiene la necesidad de que alguien les escuche». «Los escritores precisamente tenemos esa necesidad de contar para expiar el pecado o el error», reconoce.
Cleveland es una novela coral, con varios personajes que tienen en común la huida. «Todos huyen de algo y esta huida puede ser hacia atrás, hacia delante o incluso sin moverse del lugar», aclara. Sin embargo, los grandes protagonistas son las relaciones que se establecen entre ellos, especialmente «el deseo y el duelo, vinculado especialmente a la fertilidad; algo que es más nuevo en mi narrativa, pero es algo a lo que me ha llevado la reflexión sobre qué quiere decir tener descendencia».
De esta manera, hay personajes que huyen de Sarajevo en plena guerra, pero también los hay que huyen de las responsabilidades y del dolor; los hay «cobardes e irresponsables». Todos conforman diferentes «voces», pero suenan como si fueran una sola. Para Bezares, «la escritura es una manera de huir del dolor y del duelo, pero mirando a los ojos. Puedes huir sin moverte, pero es importante ser consciente de que hay que mirar a la cara al otro».
Estreno
Con Cleveland, Bezares se ha estrenado como novelista, algo que celebra, pero que, en cambio, no le hace sentirse diferente. «Alguien a quien quiero mucho me dijo una vez que, hasta que no publicas una novela, no puedes considerarte un escritor. Para nada lo veo así. Estoy satisfecho con el resultado porque me gusta lo que he conseguido, pero quién sabe qué será lo próximo, si un poemario hermético y misterioso o un absoluto fiasco. Eso lo decidirán los lectores, que son lo más importante. Yo me debo a ellos», concluye.
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La foto es genial. Y se alquila a... la oligarquía de Madrid, evidentemente, como buenos y sumisos provincianos que son el PP y VOX, siempre defendiendo los intereses de los Florentinos, Bárcenas, Ferrovial (?), ACS y los altos funcionarios que tienen su chalet en la Costa de los Pinos. Como Pedro J. Rodríguez o su ridícula ex-mujer