Ibiza es una marca «mundialmente conocida», pero hay un periodo histórico que no es tan popular. «No es la Ibiza de la Guerra Civil ni tampoco la hippie», señala Toni Montserrat (Ibiza, 1974), que se ha inspirado en un crimen real que tuvo lugar durante la víspera de Sant Esteve, en 1863, en el pueblo de Sant Jordi para escribir no solo su primera novela, sino el primer texto que escribe en su vida: Isla negra. Un debut que publica con el aval de Plaza & Janés y que este martes, a las 19.00 horas, presentará junto a Helena Tur.
De niño tenía dotes musicales y era un gran lector y, ya de adulto, llegó a hacer alguna exposición. «Tenía ganas de probar con la escritura, pero no tenía ninguna historia que contar», reconoce. Y esta surgió de forma espontánea, cuando encontró un artículo de la historiadora Fanny Tur, directora del Archivo Histórico de Ibiza y Formentera (AHEF) –quien fuera consellera de Cultura del Govern entre 2017 y 2019– en el que recordaba los asesinatos del párroco de la iglesia y el de su criado. Unos hechos que conmocionaron no solo la Isla, sino que llegó hasta el gobernador de Baleares, Juan Madramañy, quien lamentaba la mala imagen que daba.
«Indignado y escandalizado, envió una carta al alcalde de Ibiza diciendo que eran unos salvajes y que tiraban por el suelo la fama que tenían lo de Baleares de ser una raza tranquila y bondadosa. El edil respondió que era debido a la falta de educación, pues no había escuelas», cuenta.
Y es que, en esa época, «era una isla muy agresiva, todo el mundo iba armado, incluso los niños. La gente, por otra parte, era muy sensible a temas como el honor y a las mujeres. Les bastaba poco para sacar un cuchillo o dar una pedrada», por lo que «la costumbre del festeig tenía parte de culpa».
«Buena parte de los muertos y de las peleas se daban en ese contexto. Había 1.863 peleas y unos ocho muertos a la semana en una población de 21.000 habitantes. ¡Aquello parecía el Lejano Oeste! Pero si bien era común que los pagesos se mataran entre ellos, lo extraordinario era que hubieran matado a un capellà de sesenta años, líder muy respetado de la comunidad», señala.
Será un joven investigador, director general de la Guardia Civil y fundador del Cuerpo de Investigación del Crimen, Marc Guasch, quien se atreverá a investigar los entresijos de este sorprendente caso.
«Quería que fuera alguien de fuera porque me interesaba mostrar las impresiones de sorpresa o de asco y las reacciones y que el lector reaccionara como él. Por ello, me he basado en el relato del Arxiduc Lluís Salvador, conseguir que el lector viajara a esa Ibiza y que se sorprendiera con las mismas cosas, ya fuera el olor o que una mujer, al verle tomar notas, se alejara escéptica y enfadada por si eso podía significar que les subirían los impuestos», añade.
Así las cosas, quien haya leído Die Balearen, el volumen dedicado a las antiguas islas Pitiüses, descubrirá que hay fragmentos y descripciones literales. No es un plagio, es un homenaje. La figura del Arxiduc es muy respetada en Mallorca, pues cambió la fisonomía del norte de la Isla y tuvo un gran impacto. En Ibiza no fue tal, pero eso no quita que no tengamos que estar agradecidos de la gran lección de historia que nos regaló», aclara, a la vez que puntualiza que también se ha basado en otras fuentes para «rellenar huecos o lagunas».
De hecho, avanza que tiene pensado escribir una trilogía de las Islas ambientada en esa misma época y también visto con ojos del Arxiduc, aunque espera que no le lleve seis años, como ha sido el caso de este primer título. «El manuscrito inicial tenía 170.000 palabras. Luego, desde la editorial me lo revisaron y me sugirieron eliminar unas 15.000. Cuando entendí por dónde iban los tiros, para que tuviera más ritmo, eliminé otras 45.000. Siento que he aprendido a escribir luego, con el libro ya terminado», confiesa.
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