En Mallorca encadena dos trabajos, el cortometraje Ben, de Miki Durán, y la serie Lioness, de Paramount con Nicole Kidman y Morgan Freeman. «Para mí, trabajar en casa es un sueño», explica feliz. De hecho, pretende «poder traer contenido a la Isla o a España». A su vez, habla de Mallorca como «si fuera Nueva Zelanda, pero con todo el sabor y la historia del Mediterráneo».
No obstante, la otra punta del mundo sigue presente y allí arrancó todo. «Los 90 fueron una época muy movida con producciones como Hércules, Xena, la princesa guerrera o El joven Hércules, con un jovencísimo Ryan Gosling con quien iba a hacer surf». En ellas comenzó a formarse y fueron preludio de El Señor de los Anillos, donde también participó. Según detalla, «esto nos dio fama mundial y éramos conocidos como los Kiwis, la gente a la que había que llamar para todos los trabajos físicos».
Ello le abrió las puertas de proyectos internacionales como Casino Royale, de la saga James Bond con Daniel Craig y donde ya actuó como assistant stunt coordinator, al frente de la segunda unidad y responsable de uno de los saltos más espectaculares del cine, el que realiza Sébastien Foucan de una grúa a otra en plena huida. King Kong, El ultimátum de Bourne y Misión: Imposible son solo algunas de las cintas en las que ha participado.
En Green Zone, junto a Matt Damon, se estrenó como stunt coordinator principal, y desde entonces ha compaginado muchos trabajos con varios actores de renombre y directores. Lo más reciente, sin ir más lejos, la secuela de Hellboy, con Brian Taylor como cineasta, amigo personal.
Artistas
Rounthwaite, que considera a los de su gremio «artistas al cien por cien», aboga por mayor reconocimiento, ya que «los saltos han existido en el cine desde el principio y no tenemos ni premios en los Oscar». A su vez, destaca su proyecto en Ghost Rider: Espíritu de venganza, segunda parte de la saga protagonizada por Nicolas Cage, a quien considera un «auténtico profesional». «Es una cinta de «bajo presupuesto en la que teníamos que ser muy creativos y a la que tengo muchísimo cariño», porque, «tras 30 años en la industria, me doy cuenta de que todo depende de estar en proyectos con significado y las relaciones que tienes con tus compañeros, y no tanto de grandes saltos y locuras».
De hecho, el actor da importancia a esas conexiones, y echa la vista atrás para cerrar el círculo: «Todo empezó después de ver Karate Kid siendo un niño. Aluciné y todos los de mi barrio aprendimos artes marciales. Ahora, algunos de esos niños somos stunts coordinators y cuando empecé a trabajar en Universal me dije: lo he conseguido».
A su vez, Rounthwaite explica que nota un cambio en la percepción de su profesión dentro de la industria. Si en los 90 se interesaban más por simplemente buscar grandes saltos y acrobacias que fueran espectaculares, aunque rompieran la coherencia interna de la historia, ahora se trabaja mucho desde el aspecto narrativo: «Si tienes un personaje pequeño que lucha contra uno enorme no es creíble que el primero derribe y deje noqueado al segundo de un solo golpe, así que trabajamos para hacerlo verosímil para el espectador», algo que disfruta enormemente: «»
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