Se da la circunstancia de que Baras ya recaló en la Isla con su Alma el año pasado, concretamente en el Auditòrium de Palma, aunque avanza que «es muy diferente verlo en un espacio cerrado a hacerlo en uno abierto», como será el de hoy, por no hablar de que «se trata de un espectáculo que ha crecido muchísimo» con más de «cien funciones que hace que nos adaptemos mucho a los espacios donde actuamos». Junto a ello, el resto de elementos, como detalla Baras: «Es diferente». «La iluminación, la escenografía, etcétera».
Lo único que se mantiene inalterable son «la bestial conexión que tiene con el público» y «la fuerza y energía que ponemos». A través de estas circunstancias «buscamos encontrarnos con las personas que no están entre nosotros, pero sí dentro de nosotros», algo que ocurre, por ejemplo, con el propio padre de Baras, a quien va dirigido este espectáculo que se acerca al bolero desde el flamenco.
Esta unión de estilos genera una mezcla de «melodías muy conocidas y palos tradicionales, como La soleá. Son melodías que todo el mundo conoce, pero la fusión no está solo en la parte musical, sino también en la iluminación, el vestuario, etcétera». Todo hecho desde «un corazón flamenco, pero con alma de bolero».
Y a pesar de todo el control de producción que existe en este tipo de obras y los muchos y férreos ensayos, «hay mucho tiempo para la improvisación», porque «si no tienes eso, no creces. Es algo casi obligado en el mundo del flamenco porque sin ese riego no se avanza».
Por otro lado, a Baras le parece perfectamente coherente el que un espectáculo de danza, aunque una música en directo y voz, esté enmarcado en un ciclo en el que principalmente han aparecido cantantes como Rosario o bandas como M-Clan: «Hemos estado en festivales de todo tipo: musicales, de danza, de flamenco, incluso de jazz porque el flamenco es un arte muy especial que al fusionarlo con cualquier otro registro te da una dimensión muy distinta». Razones por las cuales le «encanta» estar en un lugar donde «hay música porque, aunque lo nuestro es baile, lo es con un nivelazo de música brutal, con siete musicazos en directo». En el fondo, como destaca Baras, «el flamenco se enclava en cualquier lugar y cualquier público que esté dispuesto a dejarse llevar».
Homenaje
Alma es, pues, un homenaje a mucha gente: al padre de Baras, a los maestros, a los que nos preceden, a los que nos abrazan, a los que nos vienen a ver, etcétera. Pero también lo es para ellos mismos, porque la compañía cumple 25 años, un cuarto de siglo que, cuando arrancó, «podíamos soñar con durar tanto tiempo, pero no podíamos imaginárnoslo y mucho menos a este nivel», reconoce la artista. Por ello, Baras aprovecha para «agradecer a todo el público y los maestros que nos han ayudado y siguen haciéndolo porque sin ellos no estaríamos aquí». A su vez, Baras añade que «es importante no bajar la guardia y respetar nuestro arte y a nuestra gente, pero siempre intentando subir un escaloncito a un nivel de entrega total».
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