Iolanda Batallé dirige actualmente la librería y espacio cultural Ona de Barcelona. | Noemí Eliías

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Quien conozca la poesía de Antònia Vicens (Santanyí, 1942) la encontrará en la nueva novela de Iolanda Batallé: Massa deutes amb les flors (Columna en catalán, en castellano Destino). La escritora catalana, hasta hace poco directora del Institut Ramon Llull y que actualmente está al frente de la librería y espacio cultural Ona de Barcelona, toma el título de unos versos de la mallorquina para hablar de esa primavera que se abre paso tras unos momentos difíciles. De ello hablará con la propia Vicens esta tarde, a las 19.00 horas, en la Llibreria Quart Creixent de Palma, y mañana, a las 12.00, lo hará en Món de Llibres de Manacor con Josep Lluís Aguiló.

En Massa deutes amb les flors una escritora, Solitària, «huye de la ciudad, de los dolores y de la velocidad que por desgracia el capitalismo nos hace vivir, de ese exceso constante, y se refugia en un pueblo de Valls Altes que una familia está empezando a salvar del abandono». Esa velocidad impuesta, esos «hombres grises» contra los que hay que luchar para poder parar sin miedo a estar perdiendo el tiempo evoca la célebre novela de Michael Ende, Momo. Al fin y al cabo, Momo es una niña que tiene el don de escuchar pacientemente a su entorno, que es lo que hace Solitària.

«Desde la ciudad visitamos estos parajes recuperados y pensamos lo preciosos que son, pero olvidamos que para que estén así hay familias que prácticamente se han dejado la vida», puntualiza la autora, que articula la novela a partir de las «confesiones» a Solitària por parte de los diferentes miembros de la familia que, contra todo pronóstico, logra sacar adelante un pueblo. Así, en cada capítulo «verbalizan cosas que no se habían dicho entre ellos o ni siquiera a sí mismos», señala.

En este sentido, la novela, reconoce Batallé, es una reivindicación de la palabra como herramienta sanadora. «El libro trata sobre la vida y la muerte, como todo, pero también sobre el compartir, el hablar y de cómo la palabra cura, contar las cosas a otros, eso que tantas veces nos han dicho que deberíamos callar porque no es adecuado o porque puede molestar», declara.

«Mucha gente vive encerrada en sí misma y el hecho de dar el paso y compartirlo es un gran alivio, porque al final te das cuenta de que todo el mundo le da pereza levantarse por las mañana y luego nos morimos y ya está. Como dice Audre Lorde: ‘Mi silencio no me protegió. Tu silencio no te protegerá'», insiste.

Así las cosas, la «oralidad» tiene un peso importante. «Siempre se ha hablado de la literatura del yo, pero la de Massa deutes es una literatura del tú, del escuchar a los demás, porque cuando lo haces también te estás escuchando a ti mismo. Esa literatura del yo se transforma en la del tú, del vosotros y del nosotros incluso».

Por otra parte, Batallé desvela que otro tema que «sobrevuela» la trama es «la enfermedad mental y el suicidio». «Todos los que nos atrevemos a hacer las cosas como queremos y no como los demás quieren que las hagamos, pagamos un precio muy alto. Y sobre todo ocurre con las mujeres. Hace siglos que por ello nos tildan de locas, putas y brujas. Y alguien dirá que eso ya está superado y que no ocurre hoy en día, pero no es verdad. Y no hablo de trogloditas de extrema derecha, sino también de gente supuestamente civilizada. Yo misma me he encontrado en situaciones similares como directora de empresas e instituciones», confiesa.

Massa deutes amb les flors es el regreso de Batallé a la novela después de diez años. «La escribí entre que dejé el Llull y justo antes de entrar en Ona. Los cuatro libros anteriores los había escrito, como tantos otros autores, de madrugada, agotada. Aquí, al querer hablar de un lugar, de esa necesidad de parar, de la importancia de ir poco a poco y de las pequeñas cosas, me permití el lujo de trabajarlo con calma. A estas alturas, creo que es lo mejor que escrito y eso tiene que ver en el cómo».