J. A. Mendiola es colaborador de este periódico. | Jaume Morey

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Hay quien, cuando mira a su alrededor o lee un libro, enseguida visualiza imágenes e incluso secuencias cinematográficas. A J. A. Mendiola (Palma, 1953), en cambio, lo que le viene a la mente son «imágenes dibujadas, viñetas». Ahora, ha recopilado con el sello catalán Lapislàtzuli algunas de ellas, realizadas a lo largo de sus veinte años de carrera como dibujante bajo la firma de Res. El volumen, titulado Resvolució, se presentará el jueves 16 en Quars Llibres (Palma), a las 19.00 horas. En el acto también participarán Biel Mesquida, autor del prólogo, y Biel Camps.

Si bien las viñetas son –por desgracia– de rabiosa actualidad, Mendiola asegura que su propósito no es ilustrarla. «Cuando empecé a dibujar para el Diari de Balears, en el año 2000 o 2001, la única condición que puse es que no quería hacer actualidad, sino cosas más intemporales. No tengo intención de dibujar la actualidad, sino la condición humana. Al final, resulta que nada ha cambiado: ni la religión, la política o los humanos. Somos el dibujo más imperfecto de la Creación».

El estilo de sus trabajos, con un marcado carácter irónico aunque «de buen gusto», como remarcan desde la editorial, se cultivó desde mucho antes. «Ya de jovencito me gustaba leer aforismos. Con 17 años, leía revistas como Hermano Lobo o La Codorniz y libros de OPS, El Roto, y pensaba que eso era lo que yo quería hacer. Siempre que leía me venían a la cabeza imágenes dibujadas, aunque luego las rectifico. Pero la primera impresión es el dibujo», insiste.

En Resvolució, además de viñetas, también hay caricaturas y dibujos que, en conjunto, conforman una concepción del mundo más bien pesimista, aunque Mendiola asegura que no se considera ni pesimista ni optimista, «simplemente reflejo la realidad: el mundo se hunde desde hace mucho. Respecto a la monarquía, por ejemplo, hablamos de Juan Carles I, pero ¿y de su padre y de su abuelo? Alfonso XIII era un fenómeno sideral. Es una raza que todavía no comprendo. O el turismo. Los humanos somos tan espabilados que, cuando viajamos, nos hacemos llamar viajeros, pero, a los que llegan les decimos gentrificadores, como si nosotros no gentrificáramos».

«No creo en la idea de progreso. Todas las ventajas que pueda haber, las convertimos en desventajas. Eso se aplica a todo: al turismo, a la tecnología... Es fantástico llevar un ordenador dentro del bolsillo, pero en vez de aprovecharlo lo convertimos en adicciones que nos atontan. Pero, por ejemplo, ahora todos podemos viajar, algo que, en el pasado, solo podían hacer los ricos», compara.

Así las cosas, Mendiola se define como un «anarquista espiritual». «Soy como un personaje de Unamuno. Cuando leí esa definición con 15 o 16 años, pensé que ese tío hablaba de mí, así que decidí adoptarla como religión», matiza. «La condición humana no ha cambiado en todos estos siglos, por eso estas viñetas no sé si son actuales, pero, como mínimo, son vigentes. Pueden hablar de hace veinte años y también lo harán dentro de otros veinte», concluye.