Francisco Copado, Javier Bonet y Fernando Gómez de la Cuesta, este miércoles en la presentación de la exposición en la Fundació Miró, en Palma. | Pere Bota

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El artista Joan Miró llegó a la Isla en 1956. Primero compró la que sería su residencia, Son Abrines, para luego proyectar junto a su amigo, el arquitecto Josep Lluís Sert, el que será su primer taller; un edificio pintado con colores del universo mironiano y que sigue la ondulación del mar en sus formas. El artista adquirió después Son Boter en el año 1959.

Pensado como un segundo taller de escultura donde realizar obras de gran formato, se trata en realidad de una possessió mallorquina del siglo XVIII que Miró tenia intención de poblar con enormes piezas para crear «un mundo nuevo», en palabras del artista reproducidas en los vinilos de la nueva propuesta expositiva de la Fundació Miró Mallorca, bajo el sugerente título de Son Boter de Miró. Una mirada al passat. Se inaugura este jueves, a las 18.00, en la Fundació Miró Mallorca.

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Possessions como Son Boter, antes de su destino final como taller, jugaban con la dualidad propia de este tipo de espacios; por un lado eran casas señoriales y por otro explotaciones agrícolas. Nacida de los establits (proceso de fragmentación de una gran posesión) de Son Vich, primero fue propiedad de la familia Moll y más tarde de los Martorell, que iniciaron el proceso de construcción de la vivienda principal. Son Boter es una de las pocas possessions que quedan en la zona gracias a que fue comprada y cuidada por Miró, quien reconoce en una carta, que forma parte de la muestra, que para él era un espacio «en contra de vecinos molestos». Encontró en Son Boter un lugar en el que relajarse. Instaló en la planta superior una habitación roja que servía al artista para meditar. Colocó en esa estancia íntima fotografías de sus padres y de dos de sus amigos; el galerista catalán Joan Prats y Pablo Picasso.

Documentos

Así, en Son Boter de Miró. Una mirada al passat se pueden ver diversos planos, imágenes y antiguos documentos del edificio. Destaca una reproducción del mapa de 1788 del Cardenal Despuig, donde aparece por primera vez el topónimo, así como el acta notarial de compra del predio firmada por Pilar Juncosa donde se destaca que acude «asistida por su marido Joan Miró». También se pueden ver dos fotografías aéreas, una de 1956 y otra de este 2023, en las que se percibe el cambio del entorno y las diferentes edificaciones que han cercado a la antigua possessió.

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La muestra se configura a partir de imágenes, mapas y documentos sobre Son Boter.

Forman parte de la muestra imágenes de los diferentes habitantes y trabajadores del inmueble hasta la compra del mismo por el artista catalán. Miró recibió en 1983 unas fotografías de la familia Lewis, que durante un tiempo alquilaron la casa. Esas imágenes, que están incluidas en la exposición, constituyen el único testimonio gráfico del mobiliario que decoraba las estancias cuando cumplían su función de vivienda. El creador despojó a Son Boter de sus muebles pese a que lo pobló de fotografías, recortes y objetos que le servían de punto de partida e inspiración. Algunos de esos objetos forman parte de la exposición, que repasa el proceso creativo relacionándolo con el espacio.

Uno de los mayores valores de Son Boter es la presencia de los murales de grafitos mironianos. Miró utilizó las paredes encaladas como un cuaderno infinito. Esbozó en ellos algunas de sus esculturas más conocidas, como Monumento a la mujer, que está situada en S'hort del Rei y es de las piezas emblemáticas del parque escultórico de Ciutat. Esta muestra dialoga con la pequeña exposición permanente que está instalada en el taller Sert, donde se pueden ver documentos del arquitecto y del artista, así como las cartas que se cruzaron con motivo de la construcción del espacio.

Histórico

En palabras de Francisco Copado, director gerente de la Fundació y comisario de esta exposición, se centra en la parte más histórica de la casa, junto al concepto de possessió de Mallorca, y está ligada con el Miró de Son Boter, que explica el proceso creativo del artista catalán».

Por su parte, el regidor de Cultura, Javier Bonet, explicó en la presentación que «desde Cort queremos potenciar la figura de Miró y su relación con Palma. Creemos que hace falta trabajar en el triángulo Miró entre Barcelona, Palma y Montroig».