Pau Aguiló debuta en la Pelaires con ‘Gone West’. | Jaume Morey

TW
0

En las sociedades contemporáneas, la sobrepoblación convive paradójicamente en un estado aletargado de soledad involuntaria y, al mismo tiempo, con el deseo del alejamiento y retiro propio. Fácil es de imaginar la fotografía de alguien rodeado de gente en una megaurbe de diez millones de personas y, al mismo tiempo, sentirse más solo que una diminuta isla en el océano. Este sentimiento lo conoce bien Pau Aguiló (Palma, 2002), artista afincado en Londres, una ciudad «con un bullicio enorme, pero donde todo es fugaz, incluso las amistades». En ese contexto conoció al poeta James Massiah, con quien tuvo una conexión inmediata y de cuya simbiosis es fruto Gone West, la primera colaboración de Aguiló con la Galería Pelaires que le acoge con los brazos abiertos en su Cabinet y que se inaugura hoy, a partir de las 18.00 horas.

En sus cuadros, creados en Algaida en una suerte de «aislamiento monacal», Aguiló fusiona su propio bagaje como pintor, además de las temáticas que le interesan como la historia y lo bélico, con los poemas de Massiah. Se unen de esta manera las visiones alegóricas personales del artista con su reacción a los New Poems del escritor.

Según detalla el propio Aguiló, se trata de «poemas muy honestos» cuya unión con su lenguaje pictórico ha sido «muy sencilla». Así pues, movido por el fuerte viento que supuso aquel primer encuentro con Massiah en una «noche glamourosa y de éxtasis dionisíaco», Aguiló se embarcó una investigación a fondo de la poesía de Massiah a través de que sus obras están colgadas y recitadas en la red.

Aislamiento

Así, retirado en Algaida, Aguiló se posicionó a sí mismo en «un aislamiento» donde pintó «mucho más de lo que está expuesto» y donde realizó «muchas variaciones y dibujos» de los cuales los seleccionados para la Pelaires es «lo mejor» y «en relación a mi obra a nivel pictórico es de lo más especial que he hecho hasta el momento y junta muchas facetas de mi obra de manera elegante y bien llevada», construyendo, en general, una propuesta «densa, pero sutil, en la que no se deja ver todo lo que hay».

Es, sin duda, «de lo más importante» que ha hecho hasta la fecha Aguiló, tal y como él mismo lo expresa, y se muestra muy feliz de que sea con Pelaires, una galería que era y es «la referencia» para su familia y para él mismo. De hecho, confiesa que «impresiona» el exponer en el edificio mismo, pero a nivel de trabajo avanza que se siente muy cómodo y que tiene «mucho que aprender de cómo trabajan ellos y cómo prestan atención hasta el más mínimo detalle», una ética laboral que Aguiló califica de «perfeccionismo bien llevado».

En definitiva, la Pelaires reúne en su espacio Cabinet la lectura de la soledad que se extrae de los versos de Massiah y que son, para todo aquel que se abra a entenderlo, un reflejo de nosotros, un sentimiento que es fácilmente comprensible para cualquier miembro de las sociedades contemporáneas en las que se hace factible la famosa frase de Sartre, ‘el infierno son los otros', no por el otro en sí, sino por el yo encerrado en sí mismo.