La Federal, que presentará primero en Girona el próximo miércoles 13 y luego en Llucmajor, en el Centre Internacional de Fotografia Toni Catany al día siguiente, y en Palma (Quars Llibres) el 19, está protagonizada por dos personajes reales: Pere Caimó, diputado y alcalde que lideró la revuelta que perseguía acabar con la monarquía absoluta y convertir España en una república federal, y la primera sindicalista catalana, Isabel Vilà.
«Él es un catalán hijo de indianos que se oponen a la esclavitud y la explotación. Es un progresista de su tiempo y se enfrenta a los reaccionarios. Ella, por su parte, es una pionera del feminismo y el sindicalismo que, a diferencia de él, no procede de una familia tan acomodada. Es una persona muy instruida, pero supera en ímpetu a Caimó, por eso él la mira con simpatía y admiración, pero también estupor», compara Alzamora.
Poder
«¿Por qué motivos se puede impedir al gobierno que abuse de sus potestades?» es la cita que abre El Federal. La frase es de John C. Calhoun (Disquisición sobre el gobierno, 1848), «uno de los pensadores de la América federal» y refleja «un problema al que siempre se enfrentan las sociedades: cómo conseguir que el gobierno no se extralimite y pise los derechos de los ciudadanos, cómo evitar el abuso de poder, que puede ser brutal, pero también sutil. En el caso que aquí nos ocupa, se producen ambas situaciones: está la brutalidad del enfrentamiento entre el pueblo que se alza en armas contra las tropas reales. Y por una vez ganan los revolucionarios, aunque es una victoria inútil, porque pensaban que toda España se alzaría y al final están ellos solos. En esa época la información circula muy lentamente y se produce una descoordinación, por lo que se encuentran solos ante las tropas del Reino de España».
En esta línea, las insurrecciones y los periodos republicanos suelen ser calificados como épocas de inestabilidad, «como si fuera algo malo, cuando de hecho es un buen síntoma, porque es la expresión del pueblo para decir que no está conforme y protestar contra los abusos de poder». «La novela también trata sobre cómo el poder manipula, tergiversa y pervierte el lenguaje, algo totalmente aplicable hoy en día», remarca. «El lema que tienen los protagonistas es Llum per la santa causa de la llibertat. Si lo traemos a la actualidad, nos remite a Ayuso y a la extrema derecha, que se creen los grandes defensores de la libertad. Sin embargo, a mi humilde entender, la libertad va muy ligada al progreso y a la sociedad igualitaria y democrática, abierta a todos, respetuosa con la diversidad. Así que esa libertad que defienden esos revolucionarios del siglo XIX es una reivindicación que tiene todo el sentido hoy en día, aunque sus enemigos se han apropiado de la libertad y dicen que lo que queremos es imponer. No queremos imponer, sino corregir las imposiciones que ha habido. No estamos en contra de nada, sino a favor de todo», razona.
Catalán
El tema del catalán, avisa, es un buen ejemplo de ello. «No odiamos el castellano, porque no hay nada más estúpido que odiar una lengua, es como quien odia que salga el sol. Ahora bien, sí se merece el mismo respeto y estatus social, escolar, jurídico y de todo tipo que el castellano goza de forma natural. Lo mismo para el feminismo, ahora que es 8M. No tendríamos que discutir sobre que una mujer debería tener los mismos derechos y oportunidades que un hombre, es cosa del sentido común», añade.
Sobre si hemos perdido la capacidad de hacer una revolución, Alzamora señala que «está claro que vivimos mejor, así que es más difícil movilizar a la gente; cuantas más desigualdades o menos tiene uno que perder, más se moviliza». Con todo, subraya que «siempre hemos tendido a idealizar las revueltas anteriores y a pensar que ya no damos la talla, pero no es así». «En la actualidad, el mundo está lleno de revueltas y guerras, hay mucha gente luchando por causas nobles. Y la historia de la humanidad se explica así: por la tensión entre quienes quieren avanzar y quienes retroceder. La historia es el resultado de lo que queda de este tira y afloja. Es cierto que a menudo da la sensación de que avanzamos un paso y retrocedemos tres. En Balears, España, Europa y la sociedad occidental vivimos en una involución. Hay un repliegue por miedo, se antepone la seguridad por delante de la libertad y así emerge la extrema derecha, por ese ánimo temeroso, pero no son las causas, sino los efectos de un estado de ánimo general que teme este mundo en transformación».
Y, continúa, «nadie sabe muy bien cómo responder, por eso la gente se engaña por la falsa idea de seguridad. Seguridad quiere decir autoritarismo. Por eso ahora Trump se está asegurando de nuevo el camino, pero no hace falta ir tan lejos. Nuestras derechas en Balears son más agresivas que nunca, contrarias a la convivencia y a los consensos, porque lo ven como una forma de reafirmación contra los miedos. Esas inseguridades tienen que ver con lo que rechazan: los inmigrantes, la inestabilidad, los colectivos que reclaman derechos... Y eso se asocia a un ataque contra el bienestar, de ahí que surjan estas derechas tan horribles que tenemos ahora, que son las peores que hemos tenido en democracia.
33 comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
Desbarats un darrere s'altre
A sanchinflas y la extrema izquierda si verdad. Hay estómago agradecido.
Y tú también, pero...
mallorquinsubBien de acuerdo contigo. Un saludo.
Los salvadores son los rojos con las feminazis y travestis con paguitas del estado junto a los inversores especuladores que cuidan de nosotros
Que va, la libertad la representa el psoe y sus socios, los soviéticos, los supremacistas del pnv y erc, los terroristas de bildu y junts, los del bng… desde luego yo a estos artistas no los entenderé nunca
No seran los de extrema izquierda los que sean los defensores de la libertad, la ignorancia o la mala fe hace decir tonterias a mucha gente
Fakejóo & Puça PaparraSí, claro, todo el mundo lo sabe, el puercomunismo y el fascisociatismo, y no digamos el nacionalsocialismo, son moralmente superiores. Moralmente y de tó. Os hacemos palmas con las orejas.
Éramos más libres a finales de los 70 que hoy día 40 años después. Llevamos años y años de más y más regulaciones que nos asfixian lentamente y van erosionando nuestra libertad sin que nos demos apenas cuenta, como a la rana a la que van cociendo lentamente. Por poner algunos ejemplos, podías acampar donde querías (ahora está prohibido acampar fuera de zonas muy concretas y tienes que pagar por ello), podías fumar donde te daba la gana como restaurantes, colegios e incluso hospitales (ojo, a mí no me gusta el tabaco), podías comprar dinamita en la ferretería para hacerte un pozo o para sembrar un árbol, podías hacer fuego en cualquier época del año bajo tu propia responsabilidad (pel maig es feien els formiguers, ses sitges i també es cremava es rostoll), podías dar tu opinión por muy ofensiva o polémica que fuese... ahora se supone que somos más libres porque podemos abortar, practicar sexo anal, pasear por la ciudad con el culo al aire el día del orgullo, cambiarnos de sexo, migrar o denunciar en falso al ex para destrozarle la vida. Olé.
pobrecito