Las escritoras Marta Orriols y Llucia Ramis han charlado este jueves en CaixaForum Palma. | Jaume Morey

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La intimidad es un concepto tan abstracto y familiar que genera infinidad de debates. ¿Es una frontera o una posibilidad? ¿Es una necesidad, un derecho o un privilegio? Estas son algunas de las cuestiones que han abordado este jueves las reconocidas escritoras Llucia Ramis (Palma, 1977) y Marta Orriols (Sabadell 1975) en CaixaForum Palma como parte de la primera edición del festival En altres paraules. La propuesta consistía en que cada una ofreciera una breve charla sobre su relación con la intimidad desde diferentes perspectivas. «Mi teoría es que la intimidad será breve en la historia de la humanidad: no existía hace doscientos años, porque no había posibilidad de tener una habitación propia como decía Virginia Woolf, pero dentro de diez años habrá desaparecido por culpa de las redes sociales. Ya lo decía en el 87 J.G. Ballard: todas las casas serán un plató de televisión», augura Ramis.

«Woolf reclamaba un espacio íntimo para poder ser una mujer libre en el siglo XIX, pero actualmente esa habitación propia se ha transformado en un plató de televisión. Es lo que podríamos llamar exomidad: el fenómeno de exhibir toda la intimidad», aclara. «Esta exomidad genera una confusión muy fuerte entre espacio público, privado e íntimo, que son los espacios que establecen los biógrafos. El público hace referencia a lo que un autor publica; el privado a lo que podemos recuperar a través de sus dietarios o cartas y, por último, está el íntimo, que es el inaccesible, por lo que tenemos que inventárnoslo, solo se puede especular», añade.

«Debería ser un derecho, pero ya es un privilegio porque la hemos vendido a un precio tan bajo que la hemos regalado. Y eso también es una muestra de la precariedad, porque al tener la posibilidad de venderla por dinero la acabaremos monetizando. Antes esa habitación propia era cosa de ricos, pero es que ahora con la gentrificación no tienes un espacio privado, no tienes una casa, tienes que compartir piso. Así que, por una mala praxis nuestra, por haberla infravalorado, se ha vuelto cada vez más en un privilegio», insiste la mallorquina, que está trabajando en la redacción del libro Un metro cuadrado, con el que ganó el IV Premio de No Ficción Libros del Asteroide y donde recorre los diez pisos en los que ha vivido en Barcelona a lo largo de treinta años, en una mezcla de investigación del problema del acceso a la vivienda e intimidad.

Por su parte, la autora de Aprendre a parlar amb les plantes coincide en que la intimidad se ha convertido en un privilegio por esta «nueva manera que tenemos de comunicarnos». «Mostrarnos en redes es similar a cómo lo hacemos en la literatura, creando un personaje a partir de lo que queremos que sepan o vean de nosotros. Hablar de intimidad también implica contar algo incomunicable, una manera de sentir. Compartir fotografías de nuestro fin de semana o del plato de pasta que nos hemos comido tiene que ver con la privacidad, pero la escritura abre un camino hacia la verdad más íntima que solo intuyes cuando lo estás poniendo por escrito», compara.

Asimismo, Ramis, reconoce que Orriols «ficciona más la realidad que yo, a lo que Orriols responde que «mis personajes nada tienen que ver conmigo, soy muy pudorosa, pero es cierto que en cada libro vuelco mucho de mí, de mi manera de posicionarme y de mirar el mundo o la forma de sentir. Aunque a veces en la ficción cuentas más cosas sobre ti que en la autoficción». En este sentido, la mallorquina denuncia que «cuando las mujeres escribimos sobre intimidad es literatura femenina, pero los hombres están retratando el alma humana».

De hecho, Orriols asegura que «cuando escribo soy una persona diferente de la que entrega el manuscrito». «Mientras escribo intento dejar fuera el lector, no pensar en él porque sino caería en la tentación de autocensurarme. Por eso siempre que entrego un manuscrito siento tanta angustia, me coloca en un lugar incómodo. ¿Por qué escribo entonces? Desde que era pequeña lo hago por necesidad, para ordenarme, para no tener que hablar», resuelve.