Tunnel celebró el pasado fin de semana una fiesta previa a la despedida, con The Hawaiians y clientes.

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En 1993, un joven inmigrante uruguayo llamado Ivor Meléndrez dejó su trabajo como relaciones públicas en la discoteca Boulevar Mediterráneo para montar, junto a un socio, un pub en la efervescente zona de marcha de Gomila: la sala Tunnel. En sus inicios sonaba música española de La Movida y su concepto se asemejaba más a Nivelón, PC y otros bares de chupitos muy de moda en la época.

El negocio no acababa de funcionar, y al poco tiempo, el socio se bajó del barco. Su lugar lo ocupó otro veinteañero, Toni Fuentes, quien, junto a Meléndrez, se dio cuenta de que en la barriada faltaba un bar que pudiera aglutinar a las diferentes tribus urbanas del rock y que no estuviera circunscrito a un estilo concreto, como sucedía con Nahual, dedicado en exclusiva al punk, o Fraggle, al heavy metal.
Así fue como Meléndrez y Fuentes pusieron las bases de un templo del rock que ha iluminado la noche palmesana durante 31 años. Este sábado, celebra su despedida a partir de las diez de la noche, arrancando con un concierto tributo a System of a Down a cargo de The Ugly Bitches.

En sus tres décadas de existencia, la sala Tunnel ha unido en comunión a punkis, heavys, metaleros, rockeros, góticos y alternativos de toda calaña, conviviendo en armonía y respeto. «Al principio, en los 90, había gente a la que le daba miedo entrar en el local, por las pintas de la clientela, pero pronto se dieron cuenta de que Tunnel era uno de los pubs más pacíficos que había. El boca oreja fue ampliando la clientela hasta que llegó un momento en que teníamos a la mitad de los clientes dentro del bar y la otra mitad fuera, porque no cabían», aseguran. Fue entonces, en 2008, cuando decidieron dar un paso más y trasladarse a un local más espacioso, en plena plaza Gomila, donde su propuesta se hizo definitivamente mainstream, sin renunciar a su esencia de bar rockero.

En directo

Y donde, además, Tunnel incorporó una de sus señas distintivas de las últimas décadas: la música en directo. «Por este escenario han pasado todas las bandas locales de rock, metal, punk y sus derivados», aseguran. Asimismo, es tal la solera del local que muchos bares ya emblemáticos de Palma fueron fundados por trabajadores o clientes asiduos de Tunnel. Es el caso de La Forja o el Atomic Garden. «Basta con echar un vistazo a nuestro álbum de fotos», señalan.

Tras superar muchos contratiempos, entre los que destacan «la Ley antitabaco, la Ley antibotellón, la época de las peleas callejeras, la gran crisis de 2008, la peatonalización de calle Fàbrica y el auge de Santa Catalina o el boom del tardeo», su peor época hasta la fecha fue la pandemia, cuando tuvieron que cerrar durante meses sin dejar de pagar sus gastos fijos. «Los clientes nos animaron a hacer una campaña de crowdfunding, con la que pudimos capear la situación y llegar a celebrar nuestro 30 aniversario el año pasado», indican.

Ahora, varios motivos les llevan a echar definitivamente el cierre. «El barrio ha cambiado radicalmente y somos el único pub que queda. Tras la pandemia, tuvimos que aguantar las obras de plaza Gomila, y ahora las del Paseo Marítimo, lo que no nos ayudó. Además, la manera de salir ha cambiado muchísimo: ahora, la gente va a eventos concretos, ya no sale a los bares de siempre. El rock, en concreto, se circunscribe a festivales y fiestas», explican. Aunque a lo largo de los años, Tunnel se ha ido adaptando a los cambios, y de hecho este viernes, víspera de su última noche, se dedicará a una fiesta K-pop. También han sido muy sonadas sus fiestas del Orgullo Friki, y fue el primer local en montar fiestas de Halloween, hace ya años.

Sea como sea, en estos últimos compases de nuestro bar de rock por excelencia, sus dueños reciben muchas muestras de cariño. «Muchísima gente de todas las edades viene a despedirse de un lugar que ha sido muy importante en sus vidas, donde se han dado el primer beso muchas parejas que han acabado formando familias», inciden. En cualquier caso, tras tres décadas al pie del cañon, Ivor y Toni reconocen que les vendrá muy bien un merecido descanso.