Alejandro Pérez, Margarita Pérez-Villegas e Isabel Salgado han presentado este miércoles la exposición 'Mamut. El gegant de l'edat de gel' en CaixaForum Palma. | Jaume Morey

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En los días más calurosos del verano, CaixaForum Palma propone viajar a la edad de hielo con la exposición Mamut. El gegant de l'edat de gel. La joya de la corona de esta muestra, que podrá visitarse hasta el próximo 20 de octubre, es un fósil real de un mamut lanudo, originario de la región de Tiumén (Rusia). Se trata de un esqueleto de 6 metros de largo y 3,5 de altura que tiene entre 40.000 y 50.000 años de antigüedad. Es, tal y como ha destacado en la rueda de prensa celebrada este miércoles Margarita Pérez-Villegas, directora de CaixaForum Palma, una de las propuestas que más expectación ha suscitado esta temporada. Y es que, según ha asegurado Alejandro Pérez, coordinador de la propuesta en la Fundació 'la Caixa', «en ningún museo de España se puede contemplar un esqueleto completo de mamut y, quien quiera hacerlo, tendrá que venir a visitarlo a CaixaForum Palma o en Cosmocaixa, en Barcelona, donde se depositará de forma definitiva próximamente».

Isabel Salgado, directora del Àrea d'Exposicions i Col·lecció de la Fundació 'la Caixa', ha explicado que desde el programa de exposiciones, que lleva más de 40 años de trayectoria, han ido construyendo una «enorme colección de objetos científicos y fósiles, pero faltaba uno de los más importantes para que adquiriera un significado mayor». Así las cosas, este esqueleto constituye la pieza central de una propuesta que gira entorno al mamut, una especie que se extinguió hace más de 4.000 años y que todavía continúan fascinando a todo el mundo, no solo por su enormidad, sino porque nos hablan de tiempos muy lejanos y, a la vez, porque nos ayudan a conectar con un tema actual como es el cambio climático». Sin embargo, Salgado ha señalado que han aprovechado la ocasión para explorar la historia completa, no solamente del mamut y su evolución, sino cómo el ser humano se ha relacionado con la naturaleza y los cambios que ha provocado en esta. Para hacerlo han contado con la colaboración de« instituciones vecinas» como el Museo Nacional de Ciencias Naturales - CSIC y del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont.

De hecho, la muestra incluye ejemplares de molares procedentes de estos centros, que muestran cómo fue evolucionando la dentición de los diferentes géneros del orden de los proboscidios, incluidas diferentes especies de mamuts. «Es una historia muy mágica a partir de una pieza impresionante que ofrecerá multitud de lecturas a través de varias actividades, más allá de la propia exposición». En este sentido, explican que el clima cambió la dieta y la dentición de los mamuts, puesto que la dieta de los primeros proboscidios se basaba en hojas, cortezas y las frutas típicas de ambientes boscosos, por lo que usaban sus molares con cúspides redondeadas. No obstante, un cambio en el clima extendió las praderías, y la dentición de los ancestros de los elefantes se modificó porque comenzaron a consumir más hierba, rica en fibra y sílice, cosa que requería unas molares con crestas que les permitieran triturarla. En el caso de los mamuts, las diferentes especies de este género también se fueron adaptando a una dieta cada vez más rica en hierba a medida que su hábitat cambiaba debido al enfriamiento. Este hecho, señalan, dio lugar a un nombre más elevado de crestas en los molares y aumentó la altura de las coronas para hacer frente al desgaste de una dieta cada vez más abrasiva.

Por su parte, Alejandro Pérez, coordinador de la exposición en la Fundació 'la Caixa', ha explicado que no se conocen con exactitud las causas que explican la extinción de los mamuts. «Hace unas semanas se publicó un artículo científico que indicaba que tampoco está claro que se debiera, en sentido estricto, al cambio climático. En el norte de Siberia se ha comprobado que había un grupo de una veintena de mamuts que se quedaron aislados en una isla porque fue subiendo el nivel del mar debido al calentamiento. A partir de ahí, se ha visto que a partir de esa pequeña población, lejos de desaparecer a pesar de la endogamia obvia, fue creciendo hasta alcanzar unos 300 ejemplares. Y así perduraron durante miles de años. Sin embargo, todavía no se ha analizado la genética de los últimos mamuts y no sabemos si habían sufrido algún tipo de enfermedad o infección, sumado al cambio climático. Seguro que en los próximos años tendremos una respuesta apasionante al respecto».

En definitiva, la exposición, que presenta un formato sencillo a la vez que impactante por el mencionado esqueleto de mamut, pretende dar a conocer de cerca este especie animal tan fascinante que esconde detalles desconocidos por el gran público. Así, por ejemplo, se habla de las «defensas» de los mamuts, que es el término correcto en vez de colmillos, o de sus antepasados. Alejandro Pérez avisa que «cuando pensamos en mamuts, pensamos en un animal primitivo y prehistórico, pero en realidad sus caracteres son derivados modernos». «Cabe recordar que se extinguieron en la época en la que se construían las pirámides en Egipto. Además, la especie más próxima es el elefante asiático y no el africano; y los elefantes actuales están más relacionados con sus antepasados que no con los elefantes actuales que viven en otros territorios», añade. Más allá de la muestra, Pérez-Villegas destaca la celebración de un ciclo de conferencias por parte del arqueólogo Ignacio de la Torre Sáinz, que se llevarán a cabo del 16 al 30 de septiembre.