«Es la historia de la comunidad de Masafer Yatta, documentando lo que sucede durante años, aunque trata de mostrar lo que sucede en Israel y Palestina», apuntó Yuval, quien explicó que «yo vivo muy cerca de ahí, pero al compararme con la situación de Basel, me encuentro que nuestras situaciones son desiguales, y mostramos cómo la ocupación militar expulsa a gente fuera de sus tierras, que pasan a ser propiedad de los colonos».
El periodista aseguró que «creemos en un futuro distinto para nosotros, para nuestras familias y para quien viva en ese territorio», y aclaró que «estar tan comprometidos y ser parte del conflicto es una ventaja y, a la vez, un inconveniente, ya que es difícil tener un punto de vista externo y filmarte a ti mismo». Yuval confesó que «teníamos conflictos entre lo que pensábamos de nosotros mismos y lo que era necesario para editar la película correctamente».
Destruidas
El documental presenta el drama al que se enfrentan los palestinos de Masafer Yatta, que ven destruidas sus casas e inutilizados sus pozos de agua, y se ven forzados a huir a la ciudad. De la forma de obtener las imágenes, Basel detalló que «éramos cuatro directores, uno de ellos nos filmaba a Yuval y a mí, así como a la mayoría de los personajes de la película, aunque nosotros también llevábamos en la mano otras cámaras y grabábamos».
En los ataques por parte de Hamas en la frontera con Gaza del 7 de octubre de 2023, la sociedad de Israel criticó que buena parte de sus fuerzas militares se encontraban en la zona de los asentamientos de Cisjordania y eso retrasó la llegada del ejército a la zona de los kibutz. La zona de West Bank es donde se rodó No other land. «En realidad, no es una frontera, porque no está reconocida internacionalmente», precisó Yuval, quien está convencido de creer en «una solución política, nosotros llevamos cámaras en vez de pistolas, y esa salida es lo más importante o la violencia nunca cesara».
«Mis antepasados nacieron cerca del lugar donde hemos filmado el documental», informó el director palestino, mientras que el realizador y periodista israelí advirtió que «una parte de mi familia procede de países árabes: mi abuela es de Libia, mi abuelo nació en Jerusalén en los años 30 y su mejor amigo era un palestino, antes de la creación de Israel en 1948, él creció bajo el mandato británico, que controlaba las tierras». Yuval completó que «el lado de mi abuela procede de Rumanía y la mayor parte de la familia fue asesinada en el Holocausto, unos fueron enviados a Auschwitz, otros fueron asesinados en otros campos, unos cuantos se convirtieron al cristianismo para salvarse».
Al recibir el premio en el Festival de Berlín, Yuval acusó en público de Apartheid al gobierno de Israel. Empezó a recibir amenazas de muerte, se pidió la dimisión del ministro por premiar con dinero público No other land. Yuval fue acusado de antisemitismo en algunos medios de comunicación.
Yuval afirmó con contundencia que «el aumento del antisemitismo en todo el mundo, igual que de la islamofobia, es un hecho, pero es muy peligroso amenazar a quien tenga un punto de vista crítico sobre la ocupación o el bombardeo de Israel», y puntualizó que «el uso de la palabra Apartheid es perfectamente legítimo y es la mejor manera de describir la realidad de lo que está sucediendo».
«Mi familia fue asesinada por el antisemitismo y esa palabra significa mucho para mí, no puede soltarse gratuitamente», exclamó Yuval, quien acusó de «irresponsable e inmoral que gente, en Alemania, acuse a un judío de antisemita cuando reclama el alto al fuego y la ocupación». El realizador recordó que «ese episodio hizo sufrir a mi familia, que se sintió acosada, aunque a mí no tanto porque sigo pensando que el precio que pagamos en Israel es menor que el que pagan los palestinos como Basel».
2 comentarios
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Les persones som de lo menys inteligent que hi ha al món. Creure en amics invisibles i per defensar-los matar-nos entre noltros és surrealista
Si señor. Por fin alguien con inteligencia crítica que no se abandona a las ganas de generalizar y condenar a un pueblo, una etnia, una religión o una cultura entera. El problema son los ocupadores sionistas y los terroristas de Hamás. Ni los israelies, ni los palestinos, ni los judíos, ni los musulmanes. Por fin alguien que se centra en el problema y no sigue la corriente de los populismos, que nos quieren encasillados todos en su ideal visión del bien y del mal. Que sirva de lección a los de aquí también. Pensad con vuestras cabezas, quien divide el mundo entre buenos y malos (y obviamente se autocoloca entre los buenos) es el verdadero cáncer y la causa de muerte, miseria, guerra e injusticia. Saludos