El cineasta Montxo Armendáriz posó para los medios con motivo del Atlàntida Mallorca Film Fest. | Carles Domènec

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El festival Atlàntida Mallorca Film Fest recuperó, este viernes, en la Sala Augusta de Palma, Historias del Kronen (1995) de Montxo Armendáriz (Olleta, Navarra, 1949). El director y guionista repasó algunos de sus referentes y desveló sus intenciones y proyectos.

¿Cómo valora que le hayan dado el Premio Masters of Cinema del festival?
Todos los premios hacen muchísima ilusión. Yo soy fan del Atlàntida desde que empezó. Te permitía acceder a un cine que no era netamente comercial. El festival se ha expandido hasta ser lo que es. Cuando me llamaron de Filmin para informarme del premio, pensaba que había habido algún problema con el pago de la suscripción y me había quedado sin fondos. No me lo esperaba.

Lleva tiempo sin dirigir. Dice que acaba de llegar de entregar varios proyectos. ¿Nos puede avanzar algo?
Desafortunadamente, no eran trabajos de un proyecto mío. Son mentorías. Doy bastantes clases de interpretación y tutorías de guion.

¿Por qué cuesta materializar sus proyectos?
Los proyectos que hemos intentado sacar adelante, no han interesado a las televisiones o las plataformas, que es la forma habitual de subvencionarlos. Y los que ellos querían, no me han interesado. Para hacer una película, tienes que sentirte muy apasionado de la historia que vas a contar. En caso contrario, prefiero dar clases, estar con gente joven. Hubo un proyecto que era una adaptación de la novela ‘Kanada’ de de Juan Bárcena, que íbamos a empezar a rodar en coproducción con Hungría y Bulgaria. Nos pilló la pandemia y ahí se quedó.

¿Hay intenciones de retomarla?
No, había dinero de la Comunidad Económica Europea, con unos plazos. Íbamos a rodar en Hungría, donde la situación política ha cambiado mucho políticamente. Hubo una serie de problemas ajenos a la propia película que hicieron que, retomarla, después de la pandemia, fuera demasiado complicado.

¿Influye en la decisión de parar la película que usted haga un cine considerado como político?
Personalmente, creo que todo cine es político. Todo lo que se hace es, en el fondo, político. De la misma manera que todo es cultural. No hay ninguna imagen ni ningún sonido, que no tengan su propia ideología y significado. Prefiero pensar que son temas que no les interesan.

Una de las escenas más icónicas de la película 'Historias del Kronen'.

¿Cómo le ha marcado, en su cine, el paisaje de Navarra y el País Vasco?
Mucho. No solamente el paisaje o la cultura que recibes. Somos producto de la formación y la experiencia que vas adquiriendo en la vida. Ha sido fundamental el proceso de aprendizaje de la vida. Yo era de familia obrera. Vivía en Pamplona. Estudié formación profesional de electrónica. Me dediqué a dar clases, reparar televisores y ordenadores. Mi pasión era hacer cine, pero mi situación familiar económica me lo impedía. Eran los años 60. Seguí con la electrónica hasta que, en el barrio, montamos una cooperativa, compré un Super-8, empecé con proyectos con la gente de teatro. Nos animamos y llegaron los primeros cortos en 35. Eso marca tu trayectoria cultural y social.

Y, a nivel estético, ¿qué referentes le formaron?
De ciertas cosas eres más consciente, pero creo que todo. Yo soy producto del cine moderno, de autor. La película Roma, Citta Aperta (1945) cambió mi forma de entender el cine. Descubrir el neorrealismo fue llegar a un cine que desconocía. Soy deudor de todo eso. Llegó el posmodernismo, el minimalismo y, hoy en día, asistimos a corrientes absolutamente eclécticas donde cabe absolutamente todo.

Dice que el cine clásico ha desaparecido.
Estamos en crisis todos, no solamente el cine. Siempre se ha dicho que el cine está en crisis y eso está muy bien. Hasta principios de los años 2000, se produjo un punto de inflexión en la producción de las películas, porque empezaron a participar televisiones. Antes, había el cine muy comercial, el underground y un espacio entremedio con un amplio espectro de directores, donde yo me movía comodísimo. Ese cine intermedio ha ido desapareciendo y nos queda un cine absolutamente mercantilizado, con grandes campañas, o un cine marginal, donde, todo sea dicho, surge gente muy interesante.

¿Qué proyectos dice que no interesaron?
Había de todo. Un tema sobre corrupción. Decían que no había que tocarlo, que no interesaba. Otro proyecto, caro, que hace tiempo que quiero levantar, es una serie sobre las guerras carlistas, que explican lo que ha sido el momento actual de este país. Y, después, están la adaptación de ‘Kanada’ y una película de gente joven.