El profesor Josep Antoni Grimalt, fallecido esta semana. | Teresa Ayuga

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El fallecimiento del profesor Josep Antoni Grimalt, ocurrido en la noche del jueves al viernes, despertó una oleada de cariño, afecto, respeto y alabanzas no solo a su personalidad entrañable, sino a su labor académica, principalmente su «monumental» trabajo al frente de la catalogación y recolección de las rondaies mallorquines, una empresa con más de 30 años de dedicación.

Antoni Mir, presidente de la Institució Francesc de Borja Moll, opina que «la lengua catalana, Mallorca y las Islas le deben una gratitud inmensa». Mir, que tuvo muy buena relación con Grimalt, destaca la «generosidad» de Grimalt que siempre ha estado muy vinculado a la Editorial Moll, ya fuera la original como desde su refundación en 2015 a través de laInstitució, de la cual fue uno de los socios fundadores.

En opinión de Mir, con el Aplec de rondaies mallorquines d’En Jordi des Racó, Grimalt, en colaboración de Jaume Guiscafré, realiza «una cosa extraordinaria» que es recopilar las más de 400 historias y sumarlas a un sistema internacional de catalogación con referencias desde hace más de 2.500 años. Esto es, en palabras de Mir, «un monumento a Mallorca y la cutura catalana y universal».

Condolencias

Precisamente la Nova Editorial Moll, encargada de la publicación de las rondaies, emitió ayer un comunicado en el que expresaba sus condolencia y bautizaba al profesor como un «gigante de nuestra lengua y cultura».

Por otro lado, el rector de laUIB, Jaume Carot, expresó a este diario las dos vertientes que le gustaría destacar de la figura de Grimalt: «La académica y la de transferencia del conocimiento». La primera, obviamente, haciendo referencia a su labor desde el departamento de Filologia Catalana y, en concreto, resaltando la «revisión crítica de las rondaies de Mossèn Alcover», junto a Jaume Guiscafré. De su otra faceta, Carot hace hincapié en su difusión de la lengua a través de los dos programas de RTVEBalears, Lletra menuda y Parlant en plata.

Esto mismo destaca Pedro Vidal, director general de Cultura del Govern balear que resalta la «capacidad visionaria para saber aprovecharse de los medios de comunicación» y lograr a través de su pasión y «le lanzaron una popularidad inaudita para un catedrático de Filologia Catalana» y le «convirtieron en un auténtico personaje deCiutat».

El abogado Maties Oliver, vinculado a laObra Cultural Balear y a la Associació Voltor, define a Grimalt como un «entertainer» y explica que la figura deGrimalt le recuerda a las «reuniones varniegas en Cas Porrerenc» en las que el anfitrión era otro hijo ilustre, JoanMiralles. Rememora, pues, Oliver, que «cuando Grimalt salía a escena ya tenía al público en el bolsillo» y cuyas aportaciones eran «exactas» y en el trato personal era «uuna fuente de informaciones y anécdotas». Sobre su trabajo, señala que «hizo tanto y tan diversa y fructífera que la deuda es impagable para la lengua y la cultura».

Precisamente, la Obra Cultural Balear también se sumó a las muestras de duelo por el profesor Grimalt a través de sus redes sociales y destacando en palabras de Antoni Llabrés, presidente de la entidad, «el compromiso cívico con la lengua, el país y el legado filológico y literario que nos deja».

Otra persona relevante de la UIB, Maribel Ripoll, directora del departamento de Filologia Catalana i Lingüística General, lo describe como «un sabio en el sentido de que compartía el conocimiento y que si necesitaba algo no dudaba en preguntar al tiempo que estaba dispuesto a echar una mano». Ripoll también lo recuerda como un «referente como profesor» a la par que «peculiar como entrañable», rememorando como anécdota su costumbre de cerrar la puerta con llave una vez iniciada la clase «para que si alguien llegaba tarde no desbaratara el aula».

Exigente, pero justo

Esta misma anécdota la confirma su el propio Jaume Guiscafré, quien, de hecho, da más detalles: «A veces no cerraba, sino que ponía una silla al otro lado para que cuando se abriera la puerta esta se cayera e hiciera un estruendo, haciendo que el que entraba tarde se pusiera todo colorado».

Guiscafré, que colaboró con él en el Aplec de rondaies mallorquines d’En Jordi des Racó, considera a Grimalt como uno de los «grandes referentes en la defensa de la lengua catalana en Mallorca, Balears y los Països Catalans». Y de su labor, en específico, destaca tres ámbitos: «Su vinculación a laUIB, donde ejerció de prosefor exigente, pero justo»; sus estudios de la obra de Llorenç Villalonga, de la cual «es todo un referente»; y, por último, más próximo a él, «su dedicación durante tantos años al estudio y edición de las rondaies», un género que «introdujo en el ámbito español». En resumidas cuentas, un sabio «erudito que me lo ha enseñado todo hasta el punto de que en el trabajo diario, incluso en lo más insignificante, siempre te aportaba algo». Se va, en opinión de Guiscafré, «una de las últimas personas con un conocimiento muy profundo de la lengua catalana de Mallorca».