Emilio González Gabarre, Julio González y Emilio González García.

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Son la voz de la España quinqui. La rumba callejera de navaja y casete de gasolinera se despide. Los Chichos dicen hoy adiós a 50 años de carrera con un concierto en el Auditòrium de Palma. Medio siglo en el que superaron momentos de gloria y de olvido, una separación y la muerte de Juan Antonio Jiménez Muñoz El Jeros, el genio maldito que fue voz, letra y alma del grupo. Emilio González, guitarrista y fundador del trío, recuerda las peripecias de unos gigantes de la música española. Ni más, ni menos.

Hasta aquí hemos llegado es una manera difícil de superar para definir una gira de despedida.
Sí, llevábamos cuatro o cinco años intentando dejarlo y la gente en redes sociales nos decían que no lo hiciéramos, que no sabían lo que iban a hacer sin Los Chichos, que se iba a quedar muy triste la cosa musical. Un día me harté y dije ‘hasta aquí hemos llegado’. Y así fue como salió el nombre de esta gira.

¿Le sabe mal dejarlo?
No, hemos hecho todo lo que teníamos que hacer y nos despedimos por la puerta grande. Bien. ¿Que más adelante tenemos que hacer algún bolo más para recordar un par de cancioncillas? Pues se hace y ya está, no pasa nada.

¿Qué se encontrará el que vaya el concierto?
Hacemos conciertos para gente de los 18 a los 100 años. Nosotros tenemos todo tipo de público, pero sobre todo juventud. Se saben las canciones mejor que nosotros. Ahora, llevamos una banda que alucinas: cinco o seis músicos, tres chicas que cantan estupendamente, mis dos hijos cantando y un sonido puro. Son los técnicos que llevaban a Camilo Sesto.

¿Ha tenido contacto con algún cantante de trap, un género de éxito con muchas referencias a la rumba y el mundo quinqui?
No he tenido contacto con ellos. Como a mi esa música no me gusta pues no tengo amistad con los que lo hacen. Si me cruzo con alguno pues me tomaré una y catorce cañas con ellos, faltaría más. Eso no quita que no me guste, pero lo respeto.

Lo suyo es la rumba y el flamenco, ¿no?
Como el flamenco no hay nada. El flamenco es España, es nuestro. Es que no es tan difícil de entender. El flamenco es escuchar y aprender.

¿Como recuerda sus inicios y la España de mediados de los 70?
Cuando salió la rumba, mi compañero Jeros y mi hermano Julio grabamos nuestro primer disco gracias al padre de Paco de Lucía. En aquella época no había tanta golfería, ahora está mucho peor en cuanto a maltratos y robos. Hoy es peor porque la gente tienen conocimiento de que las drogas matan y lo siguen haciendo. Que tomen Coca Cola y se queden quietos.

Le quería preguntar por el Jeros, compañero suyo, que nos dejó hace años.
Era un fenómeno. Componía como nadie y sigue siendo El Jeros. Que en paz descanse. Hay que dejar que descanse. Y nosotros continuamos dando vida a sus canciones.

¿Cómo era como persona?
Bueno... Veinte años conviviendo... Era buena gente y un fenómeno. ¿Qué quieres que te cuente? Es que no me gusta hablar de él. Es una cosa que me da pena. En todos los conciertos le presentamos sus canciones y le dedicamos el aplauso más grande de todos.

Otra persona importante en su carrera fue Juan José Moreno Cuenca, ‘El Vaquilla’, que pidió al director José Antonio de la Loma que Los Chichos hicieran la banda sonora de Yo, El Vaquilla.
Estuvimos con él cantando en la cárcel de Ocaña, de donde casi no nos dejan salir porque había un funcionario, que era un cachondo, y nos hizo la broma porque era muy fan del grupo. Eso son anécdotas que hacen gracia.

¿Le queda algo por hacer?
Subir a la luna, pero no creo que lleguemos. Ya hemos hecho todo, no nos queda mucho más por hacer. Por eso el 50 aniversario. Hemos salido por la puerta grande y nosotros lo hemos decidido. Nos vamos contentos y a vivir que son dos días.