Uno de los planos en los que se puede apreciar el desplome de 1,3 metros en la fachada principal. | Teresa Ayuga

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En el mundo periodístico local hay una coletilla que viene a ser como un código rojo en términos de actualidad: ‘a no ser que se caiga la Seu’. Es un caso hipotético, casi impensable, que sirve para dejar claro que eso sería, en efecto, algo gravísimo. Hoy suena un poco a fantasía, claro, pero en el siglo XIX no lo era tanto. Los vecinos de Palma de aquella época podían ver cómo la fachada de la Catedral estaba vencida hacia el frente con un desnivel de 1,3 metros. El terremoto de 1851 ayudó a agravar una problemática que el templo arrastraba desde prácticamente el siglo XV. Hoy, a partir de las 19.00 horas, la Seu expone los planos, dos de ellos extraviados hasta hace poco, del arquitecto madrileño J. B. Peyronnet, quien salvó en cierto sentido a la Seu de convertirse en la Catedral Tumbada de Mallorca.

De los diez planos de Peyronnet que forman la muestra, comisariada por el doctor Andreu J.Villalonga, director de la Càtedra Seu de Mallorca y profesor de la Universitat de les Illes Balears, dos se consideraban perdidos hasta que han sido hallados en las labores de catalogación del archivo. Ahora, a través del apoyo financiero del Ministerio de Ciencia e Innovación, la Càtedra Seu de Mallorca los reúne digitalizados para que se puedan ver por primera vez desde que se presentaron en la Exposición Universal de París de 1855, adonde se llevaron para cambiar la impresión que se tenía internacionalmente de que España no cuidaba ni restauraba su patrimonio.

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El deán de la Seu, Antoni Vera, junto al comisario y catedrático Andreu J. Villalonga. FOTO: TERESA AYUGA

Los planos han sido restaurados virtualmente e intervenidos por Joan Gual Amengual. Lo que se podrá ver en la muestra son las fotografías en alta resolución que sirven para no afectar a la correcta conservación de los documentos que se consideran de gran valor por tratarse de una época y contexto complejos en lo referente al templo y el trazado urbano de Palma.

Y es que la reforma proyectada por Peyronnet se dio en un momento crítico para la Seu. Arrastraba problemas estructurales prácticamente desde la época medieval debido a las enormes dimensiones del templo y a la dependencia en exceso de los promotores privados, lo que repercutió en la lógica constructiva. Es decir, se construía cuando se podía y eso no siempre era ideal. El resultado fue que varias de las bóvedas se vinieron abajo y otras debieron ser reparadas urgentemente. Por otro lado, la fachada principal, erigida en 1503, no tenía entidad suficiente como para contrarrestar el empuje de los arcos que desplazaban la carga hacia delante, provocando un desplome progresivo que llegó a 1,3 metros.

Proyecto pionero

Esto se unió a que España impulsó medidas para mejorar sus edificios y a una formación de los arquitectos que no tocaba demasiado el gótico para tener como resultado un proyecto que fue pionero en el estado, razón por la cual los planos del propio Peyronnet se mostraron en la Exposición Universal citada anteriormente.

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Imagen de la Seu tras el terremoto de 1851 ocurrido en Mallorca.

El proyecto en sí debía constar de dos fases, una exterior y una interior. La primera de ellas fue duramente criticada y se vio envuelta en una polémica de competencias entre instituciones, pero técnicamente hablando hay que reconocerle a Peyronnet su habilidad para revertir los problemas estructurales hallados.

En cuanto a la segunda etapa, no se dio tal y como la pensó Peyronnet, sino que fue impulsada por el Bisbe Pere Joan Campins y el arquitecto Antoni Gaudí, aunque la hoja de ruta inicial siguió siendo la del hombre que salvó la fachada de la Seu.