Alain d'Hooghe y Antoni Garau son los comisarios de esta exposición que se inaugura el sábado en el Centre Internacional de Fotografia Toni Catany, en Llucmajor. | Teresa Ayuga

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Para Antoni Garau y Alain D'Hooghe, Toni Catany (1942-2013) se define esencialmente a partir de tres características: la universalidad, la atemporalidad y la búsqueda de la belleza. Esas cualidades son las que se desprenden de la gran antológica que ambos han comisariado en el Centre Internacional de Fotografia (CIFTC) que lleva su nombre y que se inauguró el año pasado en la que fue casa de Tomàs Montserrat, en Llucmajor.

Garau, director de la Fundació Toni Catany, y D'Hooghe, experto en fotografía y amigo de Catany, han puesto cara a cara el trabajo de Catany con su archivo personal, que incluye «algunos de los mejores fotógrafos modernos y contemporáneos», como Kertész, Man Ray, García Rodero, Cartier-Bresson, Graciela Iturbide, Paul Strand, Michael Kenna, Joan Fontcuberta, Marc Trivier, Masao Yamamoto, Humberto Rivas o Carla van de Puttelaar. La exposición, que será de «larga duración», se titula Toni Catany: Una història de la fotografia y se inaugura este sábado 12 de octubre a las 20.00 horas. Está previsto que acuda al acto de apertura Jordi Martí Grau, secretario de Estado de Cultura del Ministerio.

Ámbitos

La muestra se estructura en seis ámbitos que exploran los géneros que Catany cultivó: retratos, naturalezas muertas, viajes, arqueologías y desnudos. En este sentido, los comisarios coinciden en que el fotógrafo, que, ante todo era un «artista», no concebía los géneros como algo cerrado y, por eso, hay muchas imágenes que se podrían «colocar» en un apartado u otro, como es el caso de las arqueologías y los viajes. «Al montar esta exposición nos hemos dado cuenta de las coincidencias entre Catany y su colección de obras de sus coetáneos, son auténticos milagros, es mágico», valoran.

Asimismo, de Catany destacan que era un gran coleccionista. Por eso, entre los tesoros que se encuentran en esta muestra está una fotografía que Catany atribuyó al mismísimo Lewis Carroll, el padre de Alicia en el País de las Maravillas. Y es que, tal y como apuntan, la obra de Catany no bebe solamente de la fotografía, sino que también encuentra su fuente de inspiración en la literatura, la música, el cine, la danza o incluso la gastronomía. «Catany hubiera podido ser un gran escritor, un gran músico, un gran cineasta, un gran cocinero e incluso bailarín», asegura D'Hooghe.

Paralelamente, la muestra contiene «objetos», como el volumen The pencil of nature, en el que Talbot detalla el desarrollo del calotipo, y también las «obsesiones» de Catany, como la voluntat de divinizar el cuerpo humano, la naturaleza muerta o su pasión por la arqueología y el mundo clásico. Además, cabe destacar que se exhiben variedad de formatos, desde la fotografía argéntica a la digital, pasando por el calotipo o la polaroid transportada. Aunque no se trata de una exposición permanente, Garau puntualiza que será de «larga duración» y se llevarán a cabo diferentes actividades relacionadas, como talleres, visitas guiadas y conferencias.