Gerard Guix firma ‘Dirrrty Boys’, que llega este sábado a Manacor.

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El asesinato, en 1993, del niño de dos años James Bulger conmocionó al mundo por un motivo; la edad de sus asesinos, dos niños de 10. La historia llegará esta tarde, a las 19.00 horas, al Teatre de Manacor de la mano de la compañía Las bestias y del dramaturgo Gerard Guix con Dirrrty boys, una obra que plantea preguntas que tienen respuestas difíciles. La pieza, que obtuvo cuatro premios Butxaca (mejor actor revelación, texto, iluminación y espectáculo de proximidad), será publicada el mes que viene por Ediciones Galés.

¿Qué le interesó de la historia?
Los asesinos tenían 10 años. Una de las preguntas sobre la que se reflexiona en la obra es hasta que punto eran conscientes de lo que hacían. Dicho de otro modo: queremos que la gente piense sobre la idea de castigar a alguien toda la vida por algo que hizo cuando era niño, por terrible que sea. El público es quien debe hacerse las preguntas. Otra de las decisiones que tomamos es no hablar sobre la víctima o su familia. No nos metemos a juzgar, exponemos algunos datos mediante el recurso de un falso documental. Me interesa plantear preguntas más que responderlas.

¿Cómo trabajaron la pieza?
El texto se trabajó mucho durante los ensayos, junto a los dos actores y la directora, Àgata Casanovas. Nos pusimos a probar cosas; propuestas de escena, por ejemplo, para ver que nos funcionaba y que no. Ahí fue cuando comenzamos a determinar el montaje, pese a que desde el principio tenía bastante clara la arquitectura de la obra.

¿Con qué materiales contaban para reconstruir el relato?
De los dos asesinos, uno está en prisión por un delito posterior y el otro salió de la cárcel y vive bajo una identidad falsa. Parte del reto que suponía la obra fue el de reconstruir la vida de estos personajes. Recurrimos al falso documental, pero de lo que se narra en la obra a la realidad no creo que existan muchas diferencias. Trabajar sobre una historia tan conocida fue un desafío. El caso ‘Bulger’ generó un aluvión de piezas; desde novelas a un documental que estuvo nominado a los premios Oscar, por ejemplo.

Fue un caso muy mediático, ¿no es así?
Estamos hablando de una época en la que no existía la telefonía móvil ni internet, pero esta noticia llegó a todas las partes del mundo. El sensacionalismo de la prensa tuvo mucho que ver. Ciertos periódicos fueron terribles; publicaban imágenes de los niños, las direcciones de familiares. No se trataba de información; jugaban con el morbo añadido.

Del pequeño formato pasan ahora a un espacio como el Auditori del Teatro de Manacor.
Sí, Dirrrty boys es una propuesta de pequeño formato. Comenzamos con la obra a principios de 2022, con una previa en una sala de 35 personas que trabaja propuestas arriesgadas y poco comerciales. El espacio escénico era mínimo, pero la obra funcionó muy bien. De ahí saltamos al teatro Akadèmia y hasta ahora. El de Manacor será el teatro más grande en el que habremos actuado.

Juegan con una escenografía sencilla.
Realmente toda la escenografía, que es de Anna Tantull, está compuesta por ocho colchones con los que jugamos a través de un trabajo muy bueno de iluminación de Paula Costas. A veces, un colchón es una cosa y luego otra. Es un recurso limitado que funciona bien en la obra.

El tema de la adolescencia aparece en otros textos suyos y también es autor de novelas para público juvenil.
La verdad es que sí. Mi anterior obra la protagonizaba un adolescente de 17 años que se obsesiona con la obra Ricardo III, de Shakespeare. Las novelas juveniles están pensadas para un periodo de la vida de formación que, en parte, condiciona lo que seremos de adultos. Es el momento del cambio o del paso de la persona de la infancia a la adultez, me interesa por ese motivo.